07/02/2025

MCM Mt 12, 14-21

PONER EN CRISTO NUESTRA ESPERANZA

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre 

(Fuente: Espada de Dos Filos IV, n. 27)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Mateo: 12, 14-21

En él pondrán todas las naciones su esperanza.

 

«Hijos míos: en Cristo han puesto las naciones su esperanza. La Eucaristía es Cristo vivo, en quien el Padre pone sus complacencias. Muchos piensan que Jesús está escondido, guardando silencio, y no se dan cuenta de que en la Eucaristía está Él con su Corazón totalmente expuesto, hablándole a los hombres todo el tiempo, directamente, de corazón a corazón, abiertos. 

Jesús ha traído con su muerte y su resurrección la justicia para el pueblo de Dios, y eso es lo que la Eucaristía representa: su Cuerpo y su Sangre en una sola ofrenda agradable al Padre, entregado en manos de los hombres, lavando en la cruz sus pecados, redimiendo a la humanidad con su muerte, renovándolos con la vida de su resurrección. 

La oración mantiene abierto el corazón para ver con los ojos del alma y escuchar la voz de Dios en el interior. Lo que se necesita no es ver con los ojos del cuerpo, ni meter la mano en el costado, sino tener fe. Dichosos los que creen sin haber visto, porque esos tienen fe.

Yo quiero que el mundo tenga fe cuando vuelva Cristo. Yo les pido, hijos míos, que reciban la Palabra de mi Hijo, que es misericordia, para que les abra el corazón como espada de dos filos, y escuchen la voz de Dios en su interior. Adórenlo en la Eucaristía, y en silencio reciban la gracia que de su Corazón abierto se derrama. Pongan en Cristo su esperanza, y complazcan al Padre con su vida.

Acudan a mí y reciban aliento en su caminar, para darles consuelo y esperanza; para que los fortalezca mi compañía y les dé seguridad a sus pasos; para que la luz de mi Hijo ilumine su camino, y perseveren en la confianza y en el amor; para que conozcan y amen, para que crean y adoren; para que se dejen amar por Él, y permanezcan en su amor, como Él permanece en ustedes, y nunca pierdan la esperanza, porque hasta el último aliento de vida, llega la misericordia divina».