04/09/2024

Mt 10, 1-7


«Llamando Jesús a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias. Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro» (Mt 10, 1-2).

 

Madre nuestra: es notorio el lugar que el Santo Evangelio le da a San Pedro, no sólo al recoger los nombres de los Doce, sino también en otros pasajes. Los evangelistas reconocen su primado, aunque no omiten mencionar sus debilidades.

El Espíritu Santo se ha encargado durante siglos de iluminar al pueblo de Dios para ver en Pedro y en todos sus sucesores al Vicario de Cristo, quien tiene el poder de las llaves, y puede atar y desatar con la autoridad del mismo Cristo.

Pero vemos con tristeza que no han faltado cristianos que no han respetado esa autoridad y faltan a la unidad con el Romano Pontífice. Hay mucha soberbia. ¿Cómo pueden pensar que su criterio es más autorizado que el de quien está asistido por el Espíritu Santo para gobernar la Iglesia?

Te pedimos, Madre de la Iglesia, que nos ayudes a todos a estar muy unidos a la Roca, al “Dulce Cristo en la tierra”, el Papa.

 

Hijo mío: el Señor llamó a sus apóstoles. Pedro el primero.

Así está escrito el Evangelio. Por tanto, la jerarquía el mismo Cristo la dio.

Su Iglesia fundó sobre la Roca, que es Pedro. A él le dio todo el poder, y lo envió, junto con otros once, a anunciar que el Reino de los cielos está cerca. Y, más aún, que ya está aquí.

Cristo, Rey de reyes y Señor de señores, vive y reina, y está aquí.

Y luego, Pedro lo negó, tuvo miedo y lo abandonó. Y, aun así, el Señor mantuvo su promesa. Sobre esa Roca fundó su Iglesia, y sobre esa roca se sostiene hasta el día de hoy, y se sostendrá siempre, porque lo que se construye sobre roca firme permanece.

Mis hijos sacerdotes pueden tambalearse y caer, igual que sucedió con los apóstoles, pero tienen la gracia de Dios para levantarse y renovarse, si están sostenidos por la Iglesia sobre la Roca. Eso quiere decir que deben estar al Papa unidos para poder levantarse, aunque hayan caído. El Papa representa al mismo Cristo en la tierra. El anuncio del Reino de Dios es lo que significa.

El mismo Cristo estuvo en la cruz, y muchos lo abandonaron, de Él se burlaron, lo ofendieron tanto con palabras, señas y obras malas.

¡Cuánta falta de amor! ¡Cuánta falta de caridad! ¡Cuánta falta de humanidad!

Despojos de hombres, eso veía yo en aquellos que lo despreciaban, que le escupían, que lo abucheaban, que lo torturaban.

Y de esos despojos hizo hijos, para mí, mi Señor.

Yo, que, al pie de su cruz, orando y suplicando compasión y fuerza para Él, ahora oro y suplico misericordia para todos mis hijos, con el mismo amor que recé por Él, aquí estoy, para interceder por todos aquellos discípulos y apóstoles de Cristo, que han sido llamados por Él, y que juzgan, critican, difaman, lo ofenden, maldicen al mismo Cristo que dicen que aman, atacando, persiguiendo a la persona del Papa, argumentando que no creen en él, enfermos de soberbia, presumiendo tener una mayor sabiduría que la de Dios.

Es el pecado de Adán, hijo mío.

Creerse dueños de la verdad. Creer que ellos saben distinguir el bien del mal, y decidir cuál es el bien y cuál es el mal, y lo defienden hasta con los dientes, porque no tienen humildad.

Pide por ellos, hijo mío.

Especialmente por los que son llamados apóstoles, obispos, que no viven en la verdad. Ellos son últimos, para ser primeros con Pedro, cuando decidan obedecerlo.

Reza por ellos, y por todos los escándalos causados por ellos, y que llevan a tantas almas a la perdición; que deberían ser santas, y que tanto amo yo.

 

 

¡Muéstrate Madre, María!

 

 

(En el Monte Alto de la Oración, n. 21)