04/09/2024

Mt 10, 34-11, 1

CON EL FUEGO DEL AMOR DE CRISTO


«¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división» (Lc 12, 51).

 

Madre nuestra: resulta difícil entender por qué dice Jesús que no ha venido a traer la paz, siendo Él el Príncipe de la paz. El mismo Santo Evangelio consigna algunas veces cómo saludaba a sus discípulos deseándoles la paz, sobre todo después de su resurrección.

Además, dice en el Evangelio de san Lucas que ha venido a traer la división. O, como dice en el de San Mateo, ha venido a traer la guerra, la espada. Hay un contraste con el mandamiento de la caridad, predicado de diversos modos por el Señor. Por ejemplo, cuando dice que hay que amar a los enemigos y hacer el bien a los que nos odian.

Hay que pedir al Espíritu Santo su ayuda para entender bien el mensaje del Señor, y no justificar luego ciertos comportamientos por no entender bien su Palabra.

Podemos tener luces para entender si consideramos el conjunto de las enseñanzas del Señor: hay que hacerle la guerra al mal, aunque algunas veces cause división, por enfrentarse a personas y ambientes que no están dispuestos a luchar por buscar seriamente la santidad. A quienes prefieren dejarse llevar por sus pasiones desordenadas que combatirlas con decisión, yendo a contracorriente.

Sabemos que la gracia de Dios no nos faltará si luchamos por la causa de Cristo, como soldados del Gran Rey, pero hay que mantenernos firmes en esa decisión. Ayúdanos, Madre del Rey, a dar testimonio y a ser coherentes con la fe que profesamos, aunque nos juzguen de locos.

 

Hijo mío: vamos al monte alto a orar y meditar.

A mí me gusta meditar el Evangelio en mi Corazón.

Es Palabra de Dios, es sabiduría, y es misericordia.

Pero ¡qué difícil es a veces de entender!

El Señor habla de división. Pareciera una contradicción con lo que profesa la Santa Iglesia, que es la comunión.

Pero, si tú tienes confianza en tu Señor y no juzgas sus palabras, sino que pones atención y dispones tu corazón para que la luz divina te llene de entendimiento, buscando una sabia explicación, comprenderás qué es lo que quiere decir el Señor cuando habla de haber traído al mundo la división.

Jesucristo vino a traer fuego sobre la tierra: el fuego del Espíritu Santo, que ya está ardiendo, y el fuego de la Palabra, que es como espada de dos filos, que penetra y quema por dentro, purificando los corazones con la verdad, dejando muy claro que el Señor reprime a los tibios, los vomita de su boca.

Él divide claramente al mundo en dos: los que están en el reino del diablo y los que están en el Reino de Dios. Para los tibios no hay lugar.

El Señor exige a cada uno, según su conciencia, que tome una firme decisión: estar contra Él o en favor de Él, con Él.

En conclusión, el Señor te exige que tengas tus dos pies firmes en el Reino de Dios. Que si decides entregarle tu vida a Dios renuncies al reino del diablo, tomes tu cruz y lo sigas. Que hagas la voluntad de Dios y no te permitas dejar para después la obediencia a tu Señor para quedar bien con los que no quieren cumplir.

Y si en tu propia casa hubiera diferencias de fe, no quieras reconciliarte con tu hijo, con tu hija, con tu esposo, con tu esposa, con tu padre, con tu madre, con tu suegro, con tu suegra, si eso implica renegar de tu fe en Jesucristo, en su Palabra, en su Iglesia.

Y si alguien te juzgara de fanático, dale gracias a Dios, porque de los locos por el amor de Cristo está lleno el cielo. Deja que te hierva la sangre, que el amor de Cristo y el fuego de su Corazón te quemen por dentro.

Que se te note, hijo, tu determinación de seguirlo, a pesar de lo que piensen los demás, a pesar de que alguno de ellos quiera separarte de tu cruz, aligerarte la carga con engaños, con falsas promesas, y te quiera convencer de que no vale la pena tu sufrimiento, tu entrega, tus sacrificios y renuncias.

Cierra tus oídos a palabras necias y camina con seguridad hacia la santidad, que es un camino individual, porque, te aseguro que tu testimonio de fe, y tu buen ejemplo de entrega a Dios, conseguirá para ellos las gracias que necesitan para convertir su corazón.

Un día se darán cuenta de que tú tienes razón. Pero si tú cedes camino al enemigo, congraciándote con los que no tienen fe, con los que no se han decidido a dejar la vida de pecado, a abrazar la cruz y dar la vida por Jesús, ¿quién los ayudará? ¿Quién testimonio y buen ejemplo les dará para que salgan de la oscuridad y vayan a la admirable luz?

El Señor le da a tu familia, a tus amigos, a tu comunidad, una oportunidad, eligiéndote a ti como discípulo, para que lo sigas, y ellos, a través de ti, conozcan la verdad. Y si no creen por tu fe, al menos que crean por tus obras.

Yo te animo a que seas un siervo fiel y prudente, que enciendas con el fuego del amor de Cristo los corazones de la gente.

Y, aunque se burlen de ti, aunque te juzguen de loco, persevera, sigue adelante, ¡no te detengas!

Hazle la guerra al enemigo, que no podrá contigo, porque tú estás bajo mi manto protegido. Yo te llevo a Jesús.

Jesús ha vencido al mundo, la victoria está contigo. El mundo necesita a locos como tú que estén dispuestos a dejarse consumir por el fuego del amor de Dios, que no quema, sino que arde y purfica, renueva el alma y santifica.

 

 

¡Muéstrate Madre, María!