ORACIONES Y REFLEXIONES PARA SACERDOTES
Preparación para celebrar la Santa Misa
María Beatriz Arce de Blanco
Oh, María, Madre del amor y Madre mía.
Tómame de tu mano y dame tu compañía.
Y llévame a Jesús para amarlo, para alabarlo, para adorarlo.
Dame tu esperanza, para bajar el pan vivo del cielo, y entregarme a Él cuando Él se abandona en mis manos.
Enséñame a hacerme ofrenda en la patena y en el cáliz, como lo haces tú, como lo hace Él.
Enséñame a bendecir el pan y el vino con devoción y con fe, mientras Él, con su poder y por mis manos, realiza la transubstanciación.
Enséñame a elevarlo, para adorarlo y profesar ante su pueblo mi fe.
Enséñame a doblar mis rodillas, mientras lo llevo al descanso del altar.
Dame tu fe, para que pueda verlo y creer en Él, bajo las especies del pan y del vino.
Y cuando esté frente a Él, enséñame a adorarlo con mis labios al besarlo.
Enséñame a adorarlo con mi lengua al recibirlo.
Enséñame a adorarlo con mi corazón, al hacerlo mío, para hacerme suyo.
Enséñame a adorarlo con toda mi alma, cuando esté tan íntimamente unido a mí, como lo está contigo.
Enséñame a adorarlo con toda mi mente, al ser consciente de que es Dios a quien recibo.
Enséñame a adorarlo con todas mis fuerzas en la Eucaristía, como la máxima expresión de mi amor por Él.
Enséñame a profesar mi fe, para que otros crean en Él.
Dame tu gracia para entregarme a Él, así como Él lo hace conmigo.
Dame tu pureza, porque soy indigno.
Dame tu amor y enséñame a amarlo, como lo haces tú.
Dame tu silencio, para hablar con su Palabra.
Dame tu perseverancia, para permanecer en Él como Él permanece en mí.
Y después, enséñame a postrarme a sus pies, para alabarlo y adorarlo constantemente: en cada obra, en cada palabra, en cada sacramento, en cada acto de amor, en cada sacrificio, en cada oración y en todo momento, con toda creatura, en los cielos, en la tierra y en todo lugar.
Amén.
(Abluciones, n. 1)
¡Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María!