VALE LA PENA
Reflexión para sacerdotes
desde el Corazón de Jesús
P. Gustavo Eugenio Elizondo Alanís
«Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte» (Mc 10, 28).
Amigo mío: tú has dejado todo para seguirme.
Tú sabes que ha valido la pena.
Te he dado lo que te he prometido. No necesitas más.
Persevera y te daré la vida eterna.
Has dejado casa, padre, madre, hermanos, hermanas, hijos, tierras. Pero hay algo que te ha faltado.
Quiero que me des tu corazón.
Y lo quiero de tiempo completo.
Es mío y no voy a compartir tu amor, que es para que, unido al mío, ames a tu esposa, mi esposa, la santa Iglesia, con mi amor.
Yo quiero purificar todos tus afectos, tus apegos, tus falsas seguridades, las intenciones de tu corazón, tus pensamientos, tus sueños, tus deseos.
Yo veo lo que dicen tus ojos, lo que hay en tu alma, en tu conciencia: a mí no puedes engañarme.
Te conozco, y por eso te digo: ¡entrégame tu corazón, amigo mío!
Abandónate en mis manos, dame tu voluntad para que yo haga contigo lo que quiera. Entonces conocerás la verdadera felicidad.
Todo lo demás en esta vida no vale la pena. Esta vida es pasajera.
Usa tu inteligencia y piensa a dónde vas. Ten visión sobrenatural, no tengas miedo a la vida mística y al crecimiento espiritual. Es ahí en donde encontrarás el ciento por uno, que tantas veces has buscado, pensando cuál será.
A veces no te das cuenta de la riqueza que posees, porque la buscas en el mundo, y ahí no está.
Tú construyes el Reino de los cielos en la tierra. Voltea a tu alrededor y dime en dónde están las piedras, en dónde está el castillo. ¿Acaso lo ves? Y, sin embargo, existe.
Es un castillo interior que construyes con amor, ejerciendo tu sacerdocio con fe, con esperanza, con caridad, y con mi poder.
Deja que tu imaginación llegue al cielo. Dibuja en tus sueños mi Paraíso. Piensa lo que será cuando estés ahí conmigo. Descubre en tu alma la ilusión de niño. Vuela conmigo y, desde arriba, más allá de las estrellas, contempla la tierra, comparte mi gloria, y date cuenta de lo que realmente vale la pena.
Las almas que conduzcas a mí multiplicarán la gloria de la corona que en este Paraíso he puesto sobre ti.
Ahora entenderás que tus renuncias no son más que ganancias.
Dame tu corazón. Déjalo olvidado en el cielo, en donde están tus tesoros, y mantén los pies bien puestos en el suelo.
Eso es lo maravilloso de ser hombre y Dios.
«En esta materia, nosotros debemos considerar las disposiciones del corazón antes que la fortuna.
Ha dejado mucho el que nada retenía para él.
Ha dejado mucho el que ha abandonado todo, lo mismo si es poca cosa.
Nosotros que poseemos, lo conservamos con pasión, y esto, que no tenemos, lo perseguimos nosotros con el deseo.
Sí, Pedro y Andrés han dejado mucho, puesto que el uno y el otro han abandonado el deseo de poseer.
Ellos han abandonado mucho, puesto que han renunciado a sus bienes y también han renunciado a sus codicias.
Siguiendo al Señor, ellos han renunciado a todo lo que habrían podido desear si no le hubieran seguido»
(San Gregorio Magno, Homilía 5 sobre el Evangelio).
¡Muéstrate Madre, María!
PASTORES: COLECCIÓN DE REFLEXIONES PARA SACERDOTES
(Pastores, n. 30)