VALIENTES Y FUERTES
Reflexión para sacerdotes
desde el Corazón de Jesús
P. Gustavo Eugenio Elizondo Alanís
«¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?» (Mc 4, 40)
Sacerdotes míos, siervos del Hijo de Dios, pastores de mi rebaño, elegidos de mi Corazón: yo los amo con amor de predilección.
¿Por qué tienen miedo?
¿Qué acaso no creen en mí?
¿Qué acaso no me conocen y por eso no confían en mí?
Yo soy Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, el que fue crucificado y, por ustedes, mis amigos, la vida di. Tanto así los he amado.
¿Quién de ustedes daría la vida por mí?
Para eso los llamé, para eso los elegí, y les di mi poder para al mundo vencer.
Les di autoridad sobre todas las naciones y reinados, para hacer y deshacer, para atar y desatar, para construir y plantar.
Tienen mi poder. Hasta el viento y el mar los deben obedecer, si tienen fe y creen.
¿Qué puede temer el que está configurado con el Rey?
Enfermedades, disputas, persecuciones, guerras, hambre, sed, frío, soledad, ser rechazados... Todo eso y más yo padecí.
Ustedes no están solos, ustedes van junto a mí.
Yo les prometí que estaría con ustedes todos los días hasta el fin del mundo, y hasta hoy lo cumplí. Y lo cumpliré mañana, y después de mañana también, porque yo siempre cumplo mis promesas.
Eso deben creer, para que puedan descansar y dormir como duerme un bebé en los brazos de su Madre.
Crean en la compañía de María, que es Madre mía y Madre de todos los hombres, y que abraza y protege especialmente a sus hijos predilectos, que son ustedes, mis sacerdotes.
No duden en cumplir sus ministerios, a pesar del mal tiempo.
Yo les di una misión, yo los envié a predicar mi Palabra. Pero antes deben ustedes mismos escucharla y dejar que penetre en su corazón.
Entonces sabrán predicarla y explicarla, me conocerán, mi paz recibirán, y la llevarán a donde van.
Entiendan bien esto: el Señor a ustedes los ha puesto al frente de su rebaño, como un padre de familia se pone al frente. Si el padre tiene miedo, si se acobarda, si se angustia, si desespera, ¿qué será de sus hijos?, ¿quién los protegerá?, ¿quién los consolará?, ¿quién les dará seguridad?
Sean valientes, sean fuertes. Tienen mi gracia. ¿Qué más les hace falta?
¿Por qué me molestan aturdiéndome con sus quejas?
¿Por qué no aceptan mi voluntad?
¿Por qué se comportan como si no me conocieran, y a veces como si yo no existiera?
¿Por qué no confían en mí?
Yo estoy aquí, y no los dejaré.
Y si un día los traicionan sus pasiones y sienten miedo, volteen a su derecha, ahí está la Reina. Les he dado a mi Madre para que nada les falte. Acudan al cobijo de sus brazos. Que nadie diga “me siento solo”, porque comete una falta con mi Madre.
Cuiden su trabajo, cuiden su oración, cuiden también su descanso, y permanezcan conmigo cuando estén despiertos y cuando estén dormidos.
Yo soy el Hijo de Dios y estoy vivo, estoy presente, yo cuido y protejo con celo lo que es mío.
Yo soy todopoderoso. El maligno no tiene poder sobre mí. Permanezcan en mi amor, descansen junto a mí.
Dejen que pase la prueba, vívanla con virtud, fe, esperanza y caridad.
Alcanzarán, después de la prueba, la santidad.
«A fin de que no se ensoberbecieran al ver que, despachadas las turbas, a ellos solos los retenía a su lado, permitió la tempestad: tanto para ese efecto, como para ejercitarlos en sobrellevar las aflicciones con fortaleza.
Grandes habían sido los milagros anteriores; pero este otro les proporcionaba una especial ejercitación no despreciable, e iba a ser semejante a cierto milagro antiguo.
Por tales motivos Jesús toma consigo a solos los discípulos.
Antes, al hacer los milagros, permitió que el pueblo estuviera presente. Pero ahora, que iba a haber peligros y terrores, toma consigo a solos los discípulos, es decir, a los atletas de todo el orbe, con el fin de amaestrarlos»
(San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el evangelio de san Mateo, n. 28).
¡Muéstrate Madre, María!
(Pastores, n. 33)
PASTORES: COLECCIÓN DE REFLEXIONES PARA SACERDOTES