UNA FIRME DETERMINACIÓN
Reflexión para sacerdotes
desde el Corazón de María
P. Gustavo Eugenio Elizondo Alanís
«Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén» (Lc 9, 51).
Hijo mío: yo te acompaño, aquí estoy. Te llevo de mi mano para que tú cumplas la voluntad de Dios.
El Señor cuenta contigo como un amigo cuenta incondicionalmente con un verdadero amigo. No lo decepciones, hijo mío.
Es tiempo de que ustedes, mis hijos sacerdotes, tomen la firme determinación de dar la vida por Cristo. Con Él han sido configurados para imitarlo en todo.
Decídanse a cambiar sus corazones tibios por corazones ardientes que amen al Señor, su Dios, por sobre todas las cosas, y al prójimo como Él lo amó.
¿Hasta cuándo, hijos míos?
¿Hasta cuándo tendrá que soportarlos su Señor?
¿Hasta cuándo lo harán esperar?
¿Hasta cuándo?
Algunos de ustedes usan el poder que les dio el Rey de reyes y Señor de señores para poner el mundo a los pies de ustedes, pero no se postran ante los pies del Señor.
Imponen castigos y cargas pesadas a sus fieles, con grandes penitencias por sus pecados, que a veces llegan a ser crueles; y ustedes no serían capaces de arrojar la primera piedra considerándose libres de pecado, iguales a los de ellos, y muchas veces más graves.
A aquellos que predican, que evangelizan con la verdad, que oran e invitan a otros a orar incluso por ustedes, los desprecian, los juzgan injustamente, creen lo que otros, entre chismes, hablan de ellos, pero no se atreven a buscarlos para conocerlos, y los rechazan porque no son de su comunidad.
Yo les digo: cualquiera que rece por la conversión y santificación de un sacerdote no puede estar contra ustedes, sino a favor de ustedes. Y más les valdría a ustedes imitar el ejemplo que ellos al mundo dan.
Es tiempo, hijos míos, de que tomen la firme determinación de convertirse, porque nadie sabe ni el día ni la hora en la que vendrá el Señor rodeado de sus ángeles.
Él es el justo juez, el único que tiene el poder de enviar a los injustos al lugar del castigo y a los justos a su Paraíso.
No juzguen y no serán juzgados, perdonen y serán perdonados.
Justicia es dar la vida por Cristo, como por ustedes la dio Él.
Decídanse a poner los dos pies en el Reino de los cielos, reuniendo al pueblo de Dios conmigo en perseverante oración, sin despreciar a ninguno de los que dan la vida por Cristo.
«Jesús, en su existencia terrena, no estaba, por así decirlo, «telemandado»: era el Verbo encarnado, el Hijo de Dios hecho hombre, y en cierto momento tomó la firme decisión de subir a Jerusalén por última vez; una decisión tomada en su conciencia, pero no solo: ¡junto al Padre, en plena unión con Él! Decidió en obediencia al Padre, en escucha profunda, íntima, de su voluntad. Y por esto la decisión era firme, porque estaba tomada junto al Padre. Y en el Padre Jesús encontraba la fuerza y la luz para su camino. Y Jesús era libre; en aquella decisión era libre. Jesús nos quiere a los cristianos libres como Él, con esa libertad que viene de este diálogo con el Padre, de este diálogo con Dios. Jesús no quiere ni cristianos egoístas —que siguen el propio yo, no hablan con Dios— ni cristianos débiles —cristianos que no tienen voluntad, cristianos «telemandados», incapaces de creatividad, que buscan siempre conectarse a la voluntad de otro y no son libres—. Jesús nos quiere libres, ¿y esta libertad dónde se hace? Se hace en el diálogo con Dios en la propia conciencia. Si un cristiano no sabe hablar con Dios, no sabe oír a Dios en la propia conciencia, no es libre, no es libre.
Por ello debemos aprender a oír más nuestra conciencia. Pero ¡cuidado! Esto no significa seguir al propio yo, hacer lo que me interesa, lo que me conviene, lo que me apetece… ¡No es esto! La conciencia es el espacio interior de la escucha de la verdad, del bien, de la escucha de Dios; es el lugar interior de mi relación con Él, que habla a mi corazón y me ayuda a discernir, a comprender el camino que debo recorrer, y una vez tomada la decisión, a seguir adelante, a permanecer fiel».
(Francisco, Ángelus 30 de junio de 2013)
¡Muéstrate Madre, María!
(Pastores, n. 191)
PASTORES: COLECCIÓN DE REFLEXIONES PARA SACERDOTES