16/09/2024

Mt 23, 13-22

JESÚS CORRIGE

POR AMOR

Reflexión para sacerdotes 

desde el Corazón de María

P. Gustavo Eugenio Elizondo Alanís 

 

«¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les cierran a los hombres el Reino de los cielos!» (Mt 23, 13)

 

Hijo mío: en aquel tiempo, Jesús llamó a los fariseos “hipócritas” como ejemplo del mal comportamiento que ofende a Dios gravemente.

¡Cuánto sufre mi corazón en estos tiempos en los que Jesús llama a algunos de sus discípulos, de sus elegidos, de sus siervos, sus sacerdotes, a los que llamó amigos, “fariseos”!

¡Ojalá se dieran cuenta, aquellos que obran como fariseos, del dolor y la firmeza con la que los corrige su Señor!

A los tibios los vomita de su boca, y a aquellos sacerdotes que viven cumpliendo sus ministerios, y aprovechándose de ellos, disfrazándose de santos, predicando la Palabra del Señor para ganar adeptos, pero usando el nombre del Señor para su propio beneficio, sirven al Señor, trabajan para Él, cumplen con su deber, pero no tienen rectitud de intención. 

Meten a sus bolsillos la limosna y la gastan en juegos y placer. Descuidan los templos, los dejan caer, mientras ellos comen y beben, viajan, se enriquecen y adquieren en el mundo poder.

¡Cuánto daño hace un sacerdote a la Iglesia con sus malas obras, con sus actos crueles, con su mal ejemplo!

Son como lobos que dispersan a los rebaños y no les importa que sus ovejas caminen perdidas sin pastor. Se aprovechan para convencerlas de volver al buen camino, y las guían junto con ellos a la perdición. 

¿Qué acaso no se dan cuenta qué hipócritas son, y como tales los tratará el Señor?

No solo se pierden ellos, sino que le roban al Señor lo que es suyo, conduciendo a otros por el camino de muerte.

¿Qué no se dan cuenta de que ellos también son hijos de Dios?

El Señor los juzgará y reclamará lo que es suyo y les confió. Les pedirá cuentas de todo lo que les dio.

Y aquellos sacerdotes que intentan portarse bien, pero dan solo lo que les sobra, no se entregan completamente al servicio del Señor porque les falta fe, porque les falta valor, porque les falta humildad y generosidad, porque les falta amor. 

 

«Siempre es, ciertamente, grave cosa la maldad; pero lo es sobre todo cuando el malo no cree necesitar de corrección.

Y llega el mal a su colmo cuando el malo cree que es capaz de corregir a los otros, lo que Cristo pone de manifiesto al llamar a los escribas y fariseos ciegos y guías de ciegos.

Extrema desgracia y miseria es que un ciego se imagine que no necesita guía; pero que encima pretenda guiar a los demás es querer precipitarse todos al abismo.

Al hablar así el Señor, no hacía sino aludir una vez más a la loca ambición de gloria de aquéllos, y ponerles el dedo en la llaga de su rabiosa enfermedad.

Porque no otra era la causa de todos sus males, sino el hacerlo todo por ostentación.

Esto los apartó de la fe, les hizo descuidar la verdadera virtud y los indujo a poner todo su empeño en las purificaciones corporales, sin atender para nada a la purificación del alma» 

(San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de san Mateo, Homilía n. 73)

 

¡Muéstrate Madre, María!

 

(Pastores, n. 67)

 

 

PASTORES: COLECCIÓN DE REFLEXIONES PARA SACERDOTES

 

 

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