AMAR CON
VERDADERO AMOR
Reflexión para sacerdotes
desde el Corazón de Jesús
P. Gustavo Eugenio Elizondo Alanís
«Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian» (Mt, 5, 44).
Amigo mío: dime ¿quieres ser perfecto, como mi Padre celestial es perfecto?
Ama. No pierdas oportunidad para amar. La perfección está en el amor.
Algunos de ustedes, mis amigos, tienen miedo de amar, porque no aman con amor de Dios. No han conocido el verdadero amor. Viven confundidos, pensando en que si aman pueden caer en la tentación de la carne, y eso no es el verdadero amor.
Otros piensan que amar los compromete, les quita libertad, les crea apegos que les hacen mal. Y eso no es el verdadero amor.
Otros se resisten a amar, porque tienen miedo al sufrimiento. Prefieren tener corazones de piedra, que sentir, como siente mi corazón. Un corazón de carne, creado para amar, es el que les he dado yo.
El que tiene miedo de amar, porque tiene miedo de sufrir, no ha conocido el verdadero amor.
Algunos otros piensan que el amor los hará llorar, y les da vergüenza. Si supieran que las lágrimas de amor de un sacerdote son un tesoro de valor infinito, se permitirían llorar.
Algunos confunden el verdadero amor, que es amor divino, con el amor carnal, el amor solamente humano. Y aman con reservas, no con una total entrega. Y eso no es el verdadero amor.
Y algunos otros, aman solo a los que los aman, y desprecian a sus enemigos. A los que los ofenden les guardan rencor. Y eso no es el verdadero amor.
El amor perfecto es el amor de madre. El que quiera aprender a amar, y experimentar el verdadero amor, que acuda a mi Madre, que aprenda de ella, que ame como ella, y experimente el sufrimiento de su Inmaculado Corazón, que es un sufrimiento por un verdadero amor. Ella ama con amor perfecto, con amor de Dios.
Un sacerdote debe amar a sus ovejas como buen pastor, buscando a aquella que se pierde, llamando a aquella que se aleja, reuniéndolas, protegiéndolas, guiándolas en el camino de la perfección.
Un sacerdote debe amar con mi amor, que nunca se malinterpreta, que nunca se acaba, que nunca falta, que nunca tiene miedo, que ama a todos, a buenos y a malos, sufre por todos, especialmente por los que no corresponden, y por los que ofenden a Dios, porque yo amo con verdadero amor.
Amen a sus enemigos, oren por ellos, y pidan por ellos perdón, para que se perfeccionen en el amor.
Yo sufro por ustedes, porque los amo con verdadero amor.
«Pero ¿cómo es posible —me dices— llegar a amar a nuestros enemigos y rogar por ellos?
Después de ver a Dios hecho hombre, después que tanto se ha Él abajado, después que tanto ha padecido por ti, ¿todavía preguntas y dudas si es posible que un esclavo perdone sus agravios a esclavos como él?
¡Pero tú has sufrido tan grandes injusticias! ¿Y qué has sufrido de tan grande que pueda compararse a lo que sufrió tu Señor, que fue maniatado, abofeteado, azotado, por viles criados escupido, que después de haber hecho infinitos beneficios sufrió la muerte más ignominiosa de todas las muertes?
Si has sufrido grandes injusticias, por eso principalmente has de hacer bien a quien te hizo mal, pues de ese modo te harás a ti más glorioso y librarás a tu hermano de la más grave enfermedad.
Los médicos, cuando son acosados e insultados por los enfermos frenéticos, entonces es cuando más los compadecen y con más arrestos se disponen a su curación, pues saben que la insolencia nace de la gravedad misma de la enfermedad.
Pues piensa tú también así acerca de los que te arman sus asechanzas y pórtate así también con tus ofensores. Ellos son los verdaderos enfermos; ellos los que sufren todo linaje de violencia. Líbrale, pues, de este grave daño, ayúdale a que arroje toda su ira, haz que se vea suelto de ese terrible demonio que es la cólera»
(San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de san Mateo, Homilía n. 18).
¡Muéstrate Madre, María!
(Pastores, n. 135)
PASTORES: COLECCIÓN DE REFLEXIONES PARA SACERDOTES