RENDIRSE ANTE JESÚS
Reflexión para sacerdotes
desde el Corazón de Jesús
P. Gustavo Eugenio Elizondo Alanís
«Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt, 16, 18) «Este es mi instrumento elegido para llevar mi nombre ante los gentiles» (Hch9, 15)
Amigo mío: Pedro y Pablo son dos grandes santos, dos grandes apóstoles, dos grandes amigos míos, dos grandes pecadores, que se arrepintieron y se convirtieron, que me conocieron, que me siguieron, que dieron testimonio de mí, y que dieron su vida hasta el martirio, por mí.
Y tú, amigo mío, no eres muy diferente a ellos.
Lo mismo que les enseñé a ellos te lo he enseñado a ti.
Lo mismo que pedí a ellos te lo he pedido a ti.
Lo mismo que les di a ellos te lo he dado a ti.
Lo mismo que esperé de ellos espero de ti.
Dime, ¿tú sabes quién soy?
¿Me amas?
¿Te reconoces pecador?
Y, si me amas; si me conoces y sabes quién soy; si reconoces la diferencia entre el bien y el mal…
¿Por qué me niegas?
¿Por qué me persigues?
¿Por qué me lastimas?
¿Por qué te alejas de mí?
¿Por qué me abandonas?
¿Por qué no te decides realmente a dar tu vida por mí, como yo por ti la vida di?
Pedro me negó, me abandonó.
Pablo me persiguió.
Y tú no eres mejor que ellos.
Pero te amo tanto como los amo a ellos, y te he dado mi perdón.
¡Acéptalo!
¡Cambia de vida!
¡Convierte tu corazón!
¡Vuelve a mí!
¡Sírveme!
¡Demuéstrame tu amistad!
¡Deja todo y sígueme!
Yo te daré lo que les he dado a ellos: las llaves del Paraíso y mi gloria en el cielo.
Solo te pido que te comportes como un buen amigo, y que ames a tu esposa, mi esposa, con mi amor.
Ese amor yo te lo doy, recíbelo.
Trata a la Iglesia como la trato yo.
Con eterno amor.
Como un novio enamorado.
Como padre y proveedor.
Como buen pastor, que cuida su rebaño.
Como un esposo en la alcoba.
Como salvador, hacedor de milagros, buen administrador de la misericordia de Dios.
Como el mejor amigo.
Y como trata a una buena madre un niño.
Te juzgaré por el amor que tu esposa de ti haya recibido.
Esas son las cuentas que te pido. Y aún más.
Tengo otras ovejas que no son de mi redil. Atráelas hacia ella, para que sean parte de ella. Una sola familia y un solo pastor.
Pedro y Pablo pasaron muchas pruebas para demostrarme su amor. Las pruebas que tú vives tampoco son pequeñas; pero créeme, el premio que te espera vale la pena. ¡Tienes mi gracia, y eso te basta!
El más interesado en que seas mío para siempre soy yo, porque te conozco, y sé que disfrutarte en mi Paraíso eternamente realmente merece la pena.
Vales el valor de mi preciosa sangre.
Somos uno, tú y yo, como mi Padre y yo somos uno.
Yo te elegí. Naciste para vivir para mí.
Acepta mi voluntad y ríndete ante mí.
No te vas a arrepentir.
«Pablo fue el perseguidor de Esteban; veamos en Pedro al negador del Señor.
Pedro lavó con sus lágrimas el haber negado al Señor; Pablo expió con la ceguera el haber perseguido a Esteban.
Lloró Pedro antes del castigo; Pablo sufrió también el castigo.
Ambos fueron buenos, santos, piadosísimos.
Todos los días se leen sus cartas a los pueblos.
¿A qué pueblos? ¿A cuántos?
Escucha del salmo: Su sonido se extendió por toda la tierra, y sus palabras hasta elconfín del orbe de la tierra.
También nosotros somos prueba de ello.
También hasta nosotros llegaron sus palabras, nos despertaron del sueño y de la locura de la incredulidad, y nos hicieron pasar a la salvación de la fe»
(San Agustín, Sermón 298)
¡Muéstrate Madre, María!
(Pastores, n. 41)
PASTORES: COLECCIÓN DE REFLEXIONES PARA SACERDOTES