UNIDOS CON EL PAPA FRANCISCO
Reflexión para sacerdotes
desde el Corazón de Jesús
P. Gustavo Eugenio Elizondo Alanís
«Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos» (Mt 16, 18-19).
Amigo mío: ¿Quién dices tú que soy yo?
¿Quién dices tú que es el Papa?
El Papa Francisco es mi amigo.
Él está conmigo y hace lo que yo le digo.
Tiene la gracia de Dios para entender lo que muchos no pueden entender, porque tienen la mente embotada.
Tiene la docilidad al Espíritu Santo necesaria para conducir y guiar al pueblo de Dios.
Su enemigo es mi enemigo.
Quien juzga sus actos juzga los míos. Así de fácil es.
Por más doloroso que sea, así es.
Mi enemigo es el que está contra mí. Y, por tanto, no está conmigo. Su corazón está lejos de mí, aunque profese con palabras su fe, y sus obras manifiesten otra cosa.
El que no acepta mi voluntad en la persona del Santo Padre ¿cómo pretende llegar al cielo, si él tiene las llaves? Sólo los necios no entienden esto.
El que está sentado en la sede de Pedro es quien a mí en el mundo me representa, en persona, en palabra, en espíritu.
Él es el Sumo Sacerdote.
Él es el Cordero de Dios.
Él es el Mesías, el Salvador, porque en él yo soy.
Pero a mí también me persiguieron, me juzgaron, me criticaron, me rechazaron, y tuve que padecer en manos de los doctores, de los sabios, de los letrados, de los ancianos, y de muchos que defendían su ley, y no creían en la mía.
Pues yo te digo, amigo mío, esta es mi ley: en la sede de Pedro se sienta el rey. El que no me vea, cuando lo vea a él, no entiende mi ley, no acepta mi ley.
En esa silla yo siento al que está configurado conmigo como rey, somos uno.
Es ese trono una imagen del trono en el que estoy sentado a la derecha de mi Padre, y todo es sometido bajo mis pies.
No les tiene que gustar, no lo tienen que entender, sólo tienen que aceptar y obedecer, porque lo manda el rey.
Quien contra el Papa se revela, se revela contra el Hijo de Dios. Nadie va al Padre si no es por el Hijo.
Así de claro es.
Por tanto, amigo mío, reza por el Papa, pero también reza por los que no lo aceptan a él, lo juzgan, lo critican, lo persiguen, lo difaman, y a mi Iglesia dividen.
El carisma de mi Madre lo ha heredado él: misericordia para los más pobres, para los más necesitados, para los más pecadores.
«Enseñamos y declaramos que la Iglesia Romana, por disposición del Señor, posee el principado de potestad ordinaria sobre todas las otras, y que esta potestad de jurisdicción del Romano Pontífice, que es verdaderamente episcopal, es inmediata. A ella están obligados, los pastores y los fieles, de cualquier rito y dignidad, tanto singular como colectivamente, por deber de subordinación jerárquica y verdadera obediencia, y esto no sólo en materia de fe y costumbres, sino también en lo que concierne a la disciplina y régimen de la Iglesia difundida por todo el orbe; de modo que, guardada la unidad con el Romano Pontífice, tanto de comunión como de profesión de la misma fe, la Iglesia de Cristo sea un sólo rebaño bajo un único Supremo Pastor (Ver Jn 10, 16). Esta es la doctrina de la verdad católica, de la cual nadie puede apartarse de ella sin menoscabo de su fe y su salvación.
Canon: Así, pues, si alguno dijere que el Romano Pontífice tiene tan sólo un oficio de supervisión o dirección, y no la plena y suprema potestad de jurisdicción sobre toda la Iglesia, y esto no sólo en materia de fe y costumbres, sino también en lo concerniente a la disciplina y gobierno de la Iglesia dispersa por todo el mundo; o que tiene sólo las principales partes, pero no toda la plenitud de esta suprema potestad; o que esta potestad suya no es ordinaria e inmediata tanto sobre todas y cada una de las Iglesias como sobre todos y cada uno de los pastores y fieles: sea anatema»
(Concilio Vaticano I, Constitución dogmática Pastor aeternus, Sobre la Iglesia de Cristo).
¡Muéstrate Madre, María!
(Pastores, n. 129)
PASTORES: COLECCIÓN DE REFLEXIONES PARA SACERDOTES