24/11/2024

Mc 2, 18-22

EVANGELIO

Mientras el novio está con ellos, no pueden ayunar.

Del santo Evangelio según san Marcos: 2, 18-22   

En una ocasión en que los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos ayunaban, algunos de ellos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos no?”.

Jesús les contestó: “¿Cómo van a ayunar los invitados a una boda, mientras el esposo está con ellos? Mientras está con ellos el esposo, no pueden ayunar. Pero llegará el día en que el esposo les será quitado y entonces sí ayunarán.

Nadie le pone un parche de tela nueva a un vestido viejo, porque el remiendo encoge y rompe la tela vieja y se hace peor la rotura. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino rompe los odres, se perdería el vino y se echarían a perder los odres. A vino nuevo, odres nuevos”. 

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Marcos 2, 18-22)

«En la cruz se derrama la sangre del Hijo de Dios hasta la última gota, en un único y eterno sacrificio, para renovar a toda la humanidad. Jesucristo es el hombre nuevo, por quien se hacen nuevas todas las cosas.

Los sacerdotes son hombres llamados y elegidos por Dios, para contener y administrar la misericordia derramada de la cruz. Ellos deben ser transformados en odres nuevos para contener el vino nuevo, porque llevan un tesoro en vasijas de barro, y deben ser constantemente renovados para administrar la gracia con eficacia, renovando a su vez a todos los hombres reunidos en la Santa Iglesia, para que cada uno sea también como un odre nuevo en el que se contenga el vino nuevo, que es la misericordia de Dios, para que purifique su alma y, unida a Cristo, alcance la perfección que le consiga la santificación.

Renuévate tú, acudiendo a los sacramentos, viviendo en la presencia de Jesús, practicando con los más necesitados la misericordia, dejándote transformar en instrumento evangelizador, para llevar el vino nuevo de la Palabra a todos los pueblos, proclamando un evangelio de conversión y no una ley de rigor, sino de amor, que predica la caridad del Hijo de Dios, que sacrificios y holocaustos no aceptaría, pero que un corazón contrito y humillado no desprecia.

Por tanto, ofrécele un ayuno constante de todo lo que te aleja de Dios, para que participes en la alegría de permanecer en su presencia viva en cada Eucaristía».