24/11/2024

Mc 3, 13-19

EVANGELIO

Jesús llamó a los que él quiso, para que se quedaran con él.

Del santo Evangelio según san Marcos: 3, 13-19  

En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que él quiso, y ellos lo siguieron. Constituyó a doce para que se quedaran con él, para mandados a predicar y para que tuvieran el poder de expulsar a los demonios.

Constituyó entonces a los Doce: a Simón, al cual le impuso el nombre de Pedro; después, a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, a quienes dio el nombre de Boanergues, es decir “hijos del trueno”; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y a Judas Iscariote, que después lo traicionó. 

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Marcos 3, 13-19)

«Jesús es el Sumo y Eterno Sacerdote. Él subió al monte con sus discípulos para orar, y los constituyó sacerdotes. Esa fue su voluntad, en unidad con el Padre y con el Espíritu Santo, y les dio el poder para santificar a su pueblo, configurándolos con Él, para que actuaran y predicaran en su persona.

Por tanto, el sacerdocio es el don que reciben los elegidos del Hijo de Dios para hacer sus obras. Es un regalo inmerecido, para ser humildes siervos suyos, pero que no se impone, sino que se ofrece, y se recibe y acepta, o se rechaza con total libertad, de tal modo que el que dice sí adquiere un compromiso y una gran responsabilidad, que implica renunciar a todo, hasta a sí mismo, y seguirlo.

El sacerdocio es una vocación que no se elige, sino que Dios le da a unos cuantos, que desde antes de nacer Él elige, y en el tiempo perfecto llama a cada uno y lo constituye Sacerdote, Profeta y Rey, y luego lo envía a continuar la misión de Cristo en la tierra, a través de un ministerio particular, para reunir a su pueblo en un solo pueblo y con un solo Pastor.

Agradece tú el don del sacerdocio, y la entrega de vida de aquellos que lo han aceptado, y que te sirven como Padres, Maestros, Guías, Pastores, Administradores de los Sacramentos, Mediadores entre Dios y los hombres, para conducirte a la santidad en medio del mundo.

Valora el tesoro que ellos llevan en vasija de barro. Recibe el tesoro, y cuida y procura la vasija de barro, porque ellos son hombres sagrados, pero son seres humanos, igual que tú.

Corresponde orando por ellos, y haciendo las catorce obras de misericordia para ellos, para que puedan cumplir bien con su ministerio, y con su buen ejemplo te guíen al cielo.

Y si alguno se equivocara, no lo juzgues ni critiques; ten compasión, y ruega por su conversión, porque hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión».