EVANGELIO
¿Por qué esta gente busca una señal?
+ Del santo Evangelio según san Marcos: 8, 11-13
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y se pusieron a discutir con él, y para ponerlo a prueba, le pedían una señal del cielo. Jesús suspiró profundamente y dijo: “¡Por qué esta gente busca una señal? Les aseguro que a esta gente no se le dará ninguna señal”.
Entonces los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.
PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Marcos 8, 11-13)
«¿Y qué es el hombre, para que de él Dios se acuerde? El Señor es piadoso, bondadoso, misericordioso, y se compadece de los hombres y de sus miserias. Él no envía sólo señales para que los hombres crean y se salven. Él envía a su único Hijo al mundo, para limpiarlos y purificarlos con su preciosa sangre derramada en la cruz, para redimirlos con su muerte y darles vida en su resurrección.
La cruz es, por tanto, señal del amor misericordioso de Dios por los hombres. Pero, aun así, algunos no creen, cuestionan y ponen en duda la palabra de Dios, que es la verdad absoluta, y que no puede entenderse en su totalidad con el raciocinio, sino tan sólo por la fe.
¿Y qué es el hombre para que cuestione a Dios? La soberbia embota la mente de los incrédulos que ofenden a Dios, pidiendo señales del cielo para alimentar su ego, y su terquedad. A ellos no se les dará ninguna señal, porque el que no cree por la fe, no creerá ni aunque resucite un muerto.
El que cree que Jesucristo murió en la cruz, debe creer también que resucitó y está vivo, porque si no cree esto, vana es su fe. El hombre que cree que Jesucristo es el Hijo de Dios, debe arrepentirse y creer en el Evangelio.
Dirige tu mirada hacia el Crucificado, y agradece que por ti la vida ha dado. No pidas señales, arrepiéntete y conviértete, cree en Él para que seas salvado, rechaza todo pensamiento vano e impertinente, lee y escucha la Palabra de Dios, acércate a los sacramentos, acude a adorar al Hijo de Dios presente en la Sagrada Eucaristía, y no seas incrédulo, sino creyente.
Déjate signar con la señal de la cruz en la frente, que te recuerde que polvo eres y en polvo te convertirás, y vive con la alegría y la esperanza de que el Hijo de Dios te resucitará, y la vida eterna te dará, porque para eso ha venido, y tú en Él has creído».