24/11/2024

Mc 1, 29-39

EVANGELIO

Curó a muchos enfermos de diversos males.

Del santo Evangelio según san Marcos: 1, 29-39  

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. Él se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.

Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él.

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: “Todos te andan buscando”. Él les dijo: “Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido”. Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios. 

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Marcos 1, 29-39)

«La Cruz es la evangelización perfecta, la palabra de Dios puesta en obra con el ejemplo.

En la Cruz se consuma la predicación de Jesús, el Hijo de Dios que vino al mundo para evangelizar a los pueblos, manifestando su misericordia.

En la Cruz se pone a prueba toda virtud, y expresa el gran amor de Dios, que los hombres no tienen capacidad de comprender, pero que queda de manifiesto, porque nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

La Cruz es el signo del servicio, en la que el Hijo de Dios cumple su misión, donándose completamente a los hombres por amor, renunciando a su propia humanidad, para hacer parte con Él a toda la humanidad, sirviéndolos, derramando su sangre para que puedan la salvación alcanzar, porque Él no vino a ser servido, sino a servir, entregando el espíritu en las manos de su Padre, sirviendo como mediador entre Dios y los hombres, haciéndose camino y medio de salvación, revelándose al mundo a través de la palabra y la evangelización con el ejemplo, para que todos los hombres conozcan la verdad y, muriendo al mundo, resuciten con Él a la verdadera vida.

Recibe la misericordia del Señor, humíllate ante Él y déjate lavar los pies, para que puedas tener parte con Él en su Paraíso. Y luego levántate y sirve a tus hermanos, porque es así como lo sirves a Él.

Contempla la Cruz. Jesús ha dado su vida por amor a ti, para servirte a ti.

Enriquece tu espíritu orando en soledad, meditando todas estas cosas en tu corazón, y recibe como fruto la gracia de crecer en el amor, la fortaleza para dar la vida por Cristo cada día, a través del servicio en tu familia, en tu trabajo, en tu apostolado, llevando la misericordia derramada de la Cruz a los más necesitados, enseñándoles que Dios los ha amado, no porque ellos lo amen, sino porque Él los amó primero, porque por amor los ha creado, se ha compadecido de su pueblo y lo ha sanado. Que tu cruz de cada día sea servir con alegría».