24/11/2024

Mc 2, 1-12

EVANGELIO

El Hijo del hombre tiene poder para perdonar los pecados.

Del santo Evangelio según san Marcos: 2, 1-12 

Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras él enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla.

Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te quedan perdonados”. Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar: “¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?”.

Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: “¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’ o decirle: ‘Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa’? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados -le dijo al paralítico-: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa”.

El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: “¡Nunca habíamos visto cosa igual!”. 

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Marcos 2, 1-12)

«Jesús tiene el poder para perdonar los pecados de todos los hombres. Esa es su misión, para eso ha venido al mundo. No ha venido a buscar a los justos, sino a los pecadores. Ha venido a curar no a los sanos, sino a los enfermos. Él manifestó su poder haciendo milagros ante la mirada de los hombres, que admirados decían: “no hemos visto cosa igual”. 

Y, en medio de las murmuraciones de los incrédulos, para convertirlos en creyentes, expulsando demonios y devolviendo a los enfermos la salud del alma y del cuerpo. 

El Hijo del hombre manifiesta su poder haciendo milagros también en estos tiempos, que son los últimos, porque hay muchos que aún no creen, y es necesario que crean, para que se arrepientan, se conviertan, pidan perdón, sean perdonados y se salven. 

El Señor cuenta con el testimonio de los que tienen fe, para que, los que teniendo ojos no ven y oídos no oyen, crean, al menos, por las obras. Y cuenta con la caridad de los que ante Él presentan a los paralíticos de cuerpo y de espíritu, que no pueden caminar para llegar a Él, ya sea porque no tienen fuerzas o porque les falta el valor de acudir a Él, porque les falta fe. 

Intercede tú por los enfermos. Reza pidiendo su salud, mostrándole al Señor tu fe en Él, presentando ante Él a tus hermanos necesitados, con la certeza de que el Señor se compadecerá de sus miserias, y derramará sobre ellos su misericordia.

Une tus súplicas a la omnipotencia suplicante de la Madre de Dios, para que consigas para ellos las gracias de conversión que necesitan, para creer, por la fe, que el Hijo de Dios tiene el poder para sanar sus cuerpos, para perdonar sus pecados, para salvarlos. Ruega por ellos para que escuchen y, atentos a la voz del Señor, obedezcan cuando Él les diga: “levántate, toma tu camilla y anda”».