24/11/2024

Mc 6, 1-6

EVANGELIO

Todos honran a un profeta, menos los de su tierra.

+ Del santo Evangelio según san Marcos: 6, 1-6 

En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: “¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?” Y estaban desconcertados.

Pero Jesús les dijo: “Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa”. Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos.

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Marcos: 6, 1-6)

«¡Cuánta incredulidad hay en los hombres!

¡Cuánta desconfianza y egoísmo, que les entorpece el entendimiento y la voluntad, para aceptar que Dios se quiera manifestar en su propia casa, y se haya dignado a elegir a uno de los suyos como profeta para transmitir su mensaje de amor y esperanza, y obrar sus maravillas!

¡Qué difícil es reconocer que Dios elige a los más pequeños, para revelarse y mostrarse al mundo tal cual es: un Dios enamorado de los hombres, que quiere vivir en medio de ellos! 

¡Qué difícil es para un profeta hablar de Dios en su propia tierra, y ser escuchado y aceptado!

Es más fácil llamarlo loco, porque se comporta como un enamorado de Dios que desprecia al mundo y renuncia hasta a sí mismo para seguir a Cristo.

Qué fácil es hablar a sus espaldas y burlarse de él, negando la veracidad de sus palabras, porque comprometen y atraviesan el alma. Prefieren seguir viviendo en la oscuridad y rechazan la luz. 

Al mundo le falta fe, al mundo le falta amor. Si no fueran incrédulos, sino creyentes; si no cerraran su corazón y comprendieran el lenguaje del amor, recibirían con alegría el mensaje de Dios en su propia casa, y Él obraría milagros admirado de su fe, y vivirían en paz y armonía, agradeciendo al Señor por obrar en ellos sus maravillas. 

Persevera tú, cumpliendo tu misión como buen cristiano, sostenido por la fe, por la esperanza y el amor, a pesar del ambiente adverso, de las persecuciones y contrariedades. 

Haz el bien sin esperar reconocimiento ni recompensa, antes bien, reconociendo a Cristo ante los hombres, sabiendo que tu mayor recompensa será que Él te reconocerá ante su Padre que está en el cielo. 

Anuncia la Buena Nueva del Evangelio, confiando que, quien no crea por tus palabras, creerá por tu ejemplo.

Acude a la intercesión de la Madre de Dios, sigue adelante, reza, y no te preocupes, porque el Espíritu Santo obrará en ellos».