24/11/2024

Mc 9, 14-29

EVANGELIO

Creo, Señor, pero dame tú la fe que me falta.

Del santo Evangelio según san Marcos: 9, 14-29  

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo.

Él les preguntó: “¿De qué están discutiendo?”. De entre la gente, uno le contestó: “Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido”.

Jesús les contestó: “¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportados? Tráiganme al muchacho”. Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús. se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?”. Contestó el padre: “Desde pequeño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos”.

Jesús le replicó: “¿Qué quiere decir eso de ‘si puedes’? Todo es posible para el que tiene fe”. Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: “Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta”. Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en él”. Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie.

Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?”. Él les respondió: “Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno”.

PREGONES  (Reflexión del Santo Evangelio según san Marcos 9, 14-29)

«El Señor hace una reprimenda a sus discípulos, porque les falta fe y no pueden hacer sus obras, que es a lo que Él los envió. Por tanto, no pueden cumplir la voluntad de Dios, porque no creen.

Para ser un buen discípulo de Cristo no basta ser hombres buenos, tener buenas intenciones, poner bienes a su servicio, dejarlo todo para seguirlo. Se necesita tener fe y creer en que su palabra se cumplirá hasta la última letra. Y Él ha dicho que harán sus obras y aun mayores.

La fe es un don que el Espíritu Santo infunde en los hombres desde el día de su bautismo. Pero cada uno debe alimentarla, para que crezca, escuchando la Palabra y poniéndola en práctica, viviendo cristianamente, haciendo oración, diciendo con humildad: “Señor, yo creo, pero dame la fe que me falta”, y teniendo el valor de obrar esa fe en el nombre del Señor, como instrumento de su misericordia.

Escucha tú la palabra del Señor, cree en el Evangelio, desea con todo tu corazón ser el más fiel discípulo de Cristo, y decídete con determinación a creer en Él firmemente, y a estar dispuesto siempre y en todo para lo que el Señor te necesita. 

Cree, manifiesta tu fe, pero reconoce con humildad cuando la tentación de la duda te asalta, y pídele al Señor tu Dios que aumente tu fe, con la certeza de que te lo concederá, y nada será imposible para ti, porque Él obrará a través de ti, y no hay nada imposible para Dios».