24/11/2024

Mc 9, 30-37

EVANGELIO

El Hijo del hombre va a ser entregado. -Si alguno quiere ser el primero, que sea el servidor de todos.

+ Del santo Evangelio según san Marcos: 9, 30-37 

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaban Galilea, pero él no quería que nadie lo supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le darán muerte, y tres días después de muerto, resucitará”. Pero ellos no entendían aquellas palabras y tenían miedo de pedir explicaciones. 

Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntó: “¿De qué discutían por el camino?”. Pero ellos se quedaron callados, porque en el camino habían discutido sobre quién de ellos era el más importante. Entonces Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: “Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.

Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: “El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe. Y el que me reciba a mí, no me recibe a mí, sino a aquel que me ha enviado”. 

PREGONES: (Reflexión del Santo Evangelio según san Marcos 9, 30-37)

«Jesús ama tanto a los niños, que Él mismo quiso hacerse niño.

Dios Padre en ese niño vio la plenitud realizada de su propia creación. Se glorificó a sí mismo en ese niño que, desde antes de nacer, ya glorificaba al Padre.

Jesús fue un niño normal, que fue creciendo, pero que conservó hasta su muerte su alma de niño.

Vino a enseñarnos a amarnos los unos a los otros, a obrar con humildad, y a hacernos el último, el servidor de todos.

El que recibe y acoge con hospitalidad al prójimo, al más necesitado, como a un niño, es a Cristo a quien recibe. 

Si pierdes el alma de niño, debes recuperarla. A eso se le llama conversión.

Conviértete para volver a eso que eras, a ese corazón, a esas intenciones, a esa inocencia y pureza del alma, a ese querer ser como Dios.

Conviértete y conserva un alma pura y limpia, un alma bien dispuesta para recibir a Jesús, para ser uno con Él, que vino a rescatarte y salvarte, a convertirte a ti en esa belleza del niño que Dios Padre creó para Él.

Sigue el ejemplo de los más pequeños, los santos, que, por humillarse, han sido exaltados; por hacerse pequeños, han sido grandes; y, por hacerse últimos, han sido primeros».