16/12/2024

Lc 21, 20-28

EVANGELIO

Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que se cumpla el plazo señalado por Dios.

+ Del santo Evangelio según san Lucas: 21, 20-28

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando vean a Jerusalén sitiada por un ejército, sepan que se aproxima su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en la ciudad, que se alejen de ella; los que estén en el campo, que no vuelvan a la ciudad; porque esos días serán de castigo para que se cumpla todo lo que está escrito.

¡Pobres de las que estén embarazadas y de las que estén criando en aquellos días! Porque vendrá una gran calamidad sobre el país y el castigo de Dios se descargará contra este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que se cumpla el plazo que Dios les ha señalado.

Habrá señales prodigiosas en el sol, en la luna y en las estrellas. En la tierra las naciones se llenarán de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar; la gente se morirá de terror y de angustiosa espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se bambolearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad. Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación”. 

PREGONES  (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas 21, 20-28)

«Es tiempo de estar atentos y preparados. Todo aquel que tiene ojos puede ver las señales.

Es tiempo de prepararse, de arrepentirse y de rectificar el camino.

Es tiempo de conversión. Nadie sabe ni el día ni la hora, pero la venida del Hijo de Dios es inminente.

Es motivo de alegría para los que tienen fe y creen en Él. Es esperanza y consuelo para los que esperan su liberación, y confían en la misericordia del Crucificado y en la justicia del Resucitado, que vendrá como un ladrón, sin avisar, para tomar lo que es suyo, apartarlo de la vida del mundo, y llevarlo a la vida eterna en su Paraíso.

El que crea esto que alabe al Señor levantando su cabeza y mirando al cielo sin miedo, aun en medio de la adversidad y de la tribulación, confiando en que, por Él, Dios Padre no le enviará castigo, porque, por la cruz, el perdón y la redención Cristo le ha merecido.

Es tiempo de permanecer unidos, acogidos en el seno de la Santa Madre Iglesia Católica y Apostólica, a la que protege la Madre de Dios.

Cuando vean los hombres bajar del cielo al Hijo de Dios con la gloria de su Padre y sus ángeles, se llenarán de alegría, porque sabrán que ha llegado el día de su liberación.

Abre tus ojos, permanece atento cada día, al ver bajar del cielo al Hijo de Dios en la Eucaristía, y recíbelo. Él es tu Salvador, tu Redentor, tu Libertador, tu Amo, tu Rey, tu Señor.

Acude a recibir su misericordia a través de los sacramentos, y aprende a ver las señales en la presencia de la Madre de Dios en el mundo y en sus mensajes, que son un llamado de amor a la conversión y a la consagración a su Inmaculado Corazón, para recibir su auxilio, y su maternal protección.

La Iglesia es como el portal de Belén que ella viene a limpiar, para que sea un lugar digno para recibir al Hijo de Dios. Acude al portal con el corazón dispuesto, para adorar y reparar».