16/12/2024

Lc 22, 14-20

EVANGELIO

Hagan esto en memoria mía.

Del santo Evangelio según san Lucas: 22, 14-20  

En aquel tiempo, llegada la hora de cenar, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: “Cuánto he deseado celebrar esta Pascua con ustedes, antes de padecer, porque yo les aseguro que ya no la volveré a celebrar, hasta que tenga cabal cumplimiento en el Reino de Dios”.

Luego tomó en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias y dijo: “Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios”.

Tomando después un pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. Después de cenar, hizo lo mismo con una copa de vino, diciendo: “Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes”. 

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas 22, 14-20)

«Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote ha elegido de entre el mundo a algunos hombres para que sean sus más cercanos servidores, y los ha consagrado a su servicio para continuar en el mundo su ministerio.

Pero Él no los llama siervos, sino amigos, porque todo lo que el Padre le ha dicho se los ha dado a conocer, y les ha dado el poder para que actúen en su persona, configurándolos con Él, para que lleven la caridad de Dios al mundo a través de su palabra y de los sacramentos, y para que, consagrando el pan y el vino, se transformen en su cuerpo y en su sangre, en memorial de su sacrificio redentor en la cruz, que se renueva en cada misa y que nos une a todos en la Sagrada Eucaristía. 

Hay un mismo Espíritu para todos y nos une en el sacerdocio real de Cristo, que adquirimos con el bautismo. Pero no todos podemos aspirar al don del sacerdocio ministerial, sino tan sólo aquellos que son elegidos, y les es infundido un corazón sacerdotal, para que, con la vocación de Cristo, nos conduzcan a la salvación a través del misterio de la redención, y todos seamos uno con Él.

Ora tú por todos los sacerdotes, y vive la caridad con ellos, practicando las obras de misericordia, y acompañando a María, la Madre de Dios, a velar por ellos, a cuidarlos y a acompañarlos, para que ejerzan con amor y eficacia sus ministerios, amando el sacerdocio de Cristo en cada uno de ellos.

Participa con ellos en la acción de gracias que es la Santa Misa, consagrando tu vida por ellos, para hacerte ofrenda de sus manos, y ser transformado con el vino y con el pan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, una sola ofrenda, un solo sacrificio, un solo corazón. 

Pídele a la Virgen María que te ayude a recibir a Jesús en cada Comunión con el mismo amor con el que Ella lo recibió».