Lc 6, 36-38
Lc 6, 36-38
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EVANGELIO

La boca habla de lo que está lleno el corazón.

+ Del santo Evangelio según san Lucas: 6, 39-42 

En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano.

No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos. El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón; y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón”.

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42)

«El Señor llama hipócritas a los soberbios y orgullosos que no practican lo que predican, sino que dicen una cosa y hacen otra; a los que juzgan, difaman y dicen chismes de los demás, pero no reconocen sus propios errores; a los que ponen cargas muy pesadas a otros, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas; a los que ven la paja en el ojo ajeno, pero no ven la viga en el propio. 

En la misma medida que midan serán medidos, no en este mundo, sino en su propio juicio, cuando tengan el alma desnuda frente al Justo Juez, que todo lo ve, todo lo sabe, todo lo conoce. Jesús es el Maestro, y el que lo sigue y aprende de Él es su discípulo. Su enseñanza es la perfección, para que los hombres puedan llegar a ser como Él, viviendo las virtudes y practicando la misericordia, siendo ejemplo, viviendo en coherencia con la fe y el Evangelio.

Aprende del Maestro a ser manso y humilde de corazón, a ser compasivo, y a soportar con paciencia los errores de los demás. 

Aprende tú de esos errores y de los tuyos, para que crezcas en virtud, y puedas entonces corregir a tus hermanos. 

Ten humildad, reconoce que tú también te equivocas, pide a Dios que les dé la gracia también a ellos, para que tengan paciencia y misericordia contigo. 

Tómate de la mano de María, la Madre de Dios. Ella es camino de perfección, modelo de todas las virtudes. El que va a Ella como hijo recibe su abrazo de Madre y, sin importar sus errores, siempre lo lleva a Jesús».