16/12/2024

Lc 8, 4-15

EVANGELIO

Lo que cayó en tierra buena representa a los que escuchan la palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan fruto por su constancia.

+ Del santo Evangelio según san Lucas: 8, 4-15  

En aquel tiempo, mucha gente se había reunido alrededor de Jesús, y al ir pasando por los pueblos, otros más se le unían. Entonces les dijo esta parábola:

“Salió un sembrador a sembrar su semilla. Al ir sembrando, unos granos cayeron en el camino, la gente los pisó y los pájaros se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, y al brotar, se secaron por falta de humedad. Otros cayeron entre espinos, y al crecer éstos, los ahogaron. Los demás cayeron en tierra buena, crecieron y produjeron el ciento por uno”. Dicho esto, exclamó: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!”.

Entonces le preguntaron los discípulos: “¿Qué significa esta parábola?”. Y él les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer claramente los secretos del Reino de Dios; en cambio, a los demás, sólo en parábolas para que viendo no vean y oyendo no entiendan. 

La parábola significa esto: la semilla es la palabra de Dios. Lo que cayó en el camino representa a los que escuchan la palabra, pero luego viene el diablo y se la lleva de sus corazones, para que no crean ni se salven. Lo que cayó en terreno pedregoso representa a los que, al escuchar la palabra, la reciben con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba, fallan. Lo que cayó entre espinos representa a los que escuchan la palabra, pero con los afanes, riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no dan fruto. Lo que cayó en tierra buena representa a los que escuchan la palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan fruto por su constancia”.

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas 8, 4-15)

«La Iglesia es la tierra buena en donde sale el sembrador a sembrar. El sembrador es Cristo. La semilla es la Palabra. Los sacerdotes son los elegidos de Dios para preparar la tierra y sembrar con Él la tierra buena, que son los corazones de los hombres bien dispuestos. 

Escuchar y recibir la Palabra produce fruto. Pero, si está acompañada de la gracia de los sacramentos, que es como la lluvia que moja y empapa la tierra, la semilla produce un mejor fruto. Se necesitan los sacramentos para dar fruto abundante. 

La Palabra es la semilla que actúa en la tierra buena de aquel que la escucha, y se enriquece al recibirla y al transmitirla. 

Jesús se manifiesta a través de la Palabra, para que los que tengan oídos oigan y entiendan la esencia de su mensaje, porque, para conseguir una buena cosecha, es necesario cultivar la vida interior, perseverando en la oración y viviendo en el amor, dando fruto al ciento por uno, en un encuentro constante con Él.

Permanece tú receptivo a la Palabra, y bien dispuesto a que se remueva constantemente tu tierra, para que tu cosecha sea fructuosa, alimentándote y dejándote limpiar con los sacramentos. 

Pon toda tu atención en Cristo, en su Palabra y en su Corazón, para que lo dejes actuar, y transformar la aridez de tu corazón en tierra fértil, en donde su Palabra crezca y produzca frutos abundantes de santidad. 

Permite que la lluvia de gracia no sólo moje, sino que empape tu tierra. Siente cómo penetra el aroma de la vida en tu interior, y llena de vida tu corazón. Es Cristo quien hace llover. 

Es Cristo quien hace brotar la vida. Es Cristo quien vive en ti y te da la gracia para dar fruto en abundancia».