EVANGELIO
A la gente de este tiempo no se le dará otra señal que la del Profeta Jonás.
+ Del santo Evangelio según san Lucas: 11, 29-32
En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste comenzó a decirles: “La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo.
Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás”.
PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas: 11, 29-32)
Por tanto, el signo de la cruz es un llamado a la conversión, y es el único camino para llegar al cielo. A través de la cruz los hombres son lavados, despojados de toda suciedad y pecado, y purificados, para ser dignos de presentarse ante la Divinidad, y unirse con los santos del cielo, para ser coronados de la gloria celestial.
Pero el camino de la cruz requiere primero de un bautismo de agua y fuego, para que sus nombres queden escritos en el cielo, y luego acudir con el corazón contrito y humillado, doliéndose verdaderamente por sus pecados a los pies del Crucificado, y confesarlos, para que Él los reciba en su cuerpo, como golpes, flagelos y heridas, y haciéndolos suyos en la cruz los destruya liberándolos de sus culpas a través del sacrificio que Él hizo por todos los hombres de una vez y para siempre.
Y para eso deben acudir ante la presencia de un sacerdote, que es más que un profeta, más que Jonás. Es el mismo Cristo.
Persígnate tú con el signo de la cruz, para que seas bendecido en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y no esperes más señales.
Conviértete, cree en el Evangelio porque es Palabra de Dios.
Confiesa tus pecados con verdadero arrepentimiento, agradeciendo al Hijo de Dios que, por su cruz, has sido justificado, para poder entrar al Paraíso.
Pero debes saber que antes de la puerta hay un juicio, y serás juzgado por todo lo que no se te haya en vida perdonado, porque no quisiste aprovechar la oportunidad que Dios te había dado de limpiar tu alma, entregando tus pecados en la cruz».