16/12/2024

Lc 12, 13-21

EVANGELIO

¿Para quién serán todos tus bienes?

Del santo Evangelio según san Lucas: 12, 13-21 

En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano’ que comparta conmigo la herencia”. Pero Jesús le contestó: “Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?”. 

Y dirigiéndose a la multitud, dijo: “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”.

Después les propuso esta parábola: “Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: ‘¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?’. Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21)

«El dinero no puede comprar la felicidad, porque la felicidad no es una cosa que está en venta.

La felicidad proviene de la pobreza de espíritu, en donde radica la verdadera riqueza que es la vida, que es Cristo.

Cuántas personas distanciadas, cuántas familias desunidas por la avaricia, por las ansias de riqueza, cuando se trata de herencias y luchas de poder.

El orgullo, la insensatez de un corazón falto de rectitud de intención, lleva a cometer los actos más despiadados y horrorosos contra sus propios hermanos, y por ganar una riqueza efímera, se sumergen en una vida de obscuridad, alejados del corazón de Dios, en donde se encuentra la verdadera riqueza. 

Antepón tú el amor a tus hermanos antes que al dinero, que a los bienes, que a las posesiones, que al poder, que a la herencia y a las tierras, y encontrarás la verdadera riqueza.

Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Utiliza tus bienes materiales para poner en obras tu fe, construyendo el Reino de Dios en la tierra a través de la caridad al prójimo, y encontrarás la verdadera riqueza. 

Nadie puede servir a Dios y al dinero, pero el dinero y los bienes materiales, cuando se usan como medio para servir a Dios, pueden conseguirte la pobreza de espíritu que te haga ganar la riqueza de Dios».