16/12/2024

Lc 13, 1-9

EVANGELIO

Si no se convierten, perecerán de manera semejante.

+ Del santo Evangelio según san Lucas: 13, 1-9  

En aquel tiempo, algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos, mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este comentario: “¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 

Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante”.

Entonces les dijo esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente?’. El viñador le contestó: ‘Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré’ “.

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas: 13, 1-9)

«El Señor ha creado a la humanidad para amarlo y glorificarlo. Pero los hombres han ofendido a Dios con sus pecados, por lo que han merecido la muerte. Todos los hombres han quedado marcados con la herida del pecado original, que los hace pecadores desde que son concebidos.

Pero, en su bondad, Dios ha querido darle a la humanidad una oportunidad, enviando a su único Hijo al mundo, como víctima de expiación por los pecados de los hombres, para destruir el pecado con su muerte, y darle vida al mundo con su resurrección. 

Jesucristo se hizo camino y puerta de salvación a través de la cruz. Pero es necesario que cada hombre sea purificado, recibiendo al Espíritu Santo a través del bautismo, para tener vida. Y, si se aleja de Dios, que experimente una verdadera conversión, que crea y confiese sus pecados, para que reciba otra oportunidad, que Dios le da a través del sacramento de la reconciliación.

Conviértete tú, cree en el Evangelio, acepta la gracia y la misericordia de Dios, cumple los mandamientos de la ley de Dios, compórtate como verdadero hijo de la Iglesia, y participa activamente, cumpliendo lo que te manda a través del Magisterio, de la Sagrada Escritura y de la Tradición, y muéstrale al Señor tu deseo de ser salvado, poniendo en obra tu fe, para que con tus frutos glorifiques a Dios.

Pero déjate podar, déjate abonar, deja que te aflojen la tierra, abandonándote con docilidad en las manos del Viñador, para que haga contigo lo que Él quiera, confiando en su bondad, y en que su voluntad es que te salves, y lo hará, porque no hay nada imposible para Dios».