EVANGELIO
Si tu hermano te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo.
+ Del santo Evangelio según san Lucas: 17, 1-6
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No es posible evitar que existan ocasiones de pecado, pero ¡ay de aquel que las provoca! Más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino sujeta al cuello, que ser ocasión de pecado para la gente sencilla. Tengan, pues, cuidado.
Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo”.
Los apóstoles dijeron entonces al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor les contestó: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería”.
PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas 17, 1-6)
«Todo hombre que practica la misericordia y la justicia con el prójimo, por amor a Dios, obra en el nombre de Cristo y, por tanto, está con Él.
De nada le sirve a un hombre haber sido bautizado como hijo de Dios, dentro de la Iglesia católica, si su comportamiento no es congruente con su fe, y da mal ejemplo con sus obras; si acude al templo y participa de la santa Misa, pero su corazón está lejos de Dios; si no cumple los mandamientos y no se arrepiente de sus pecados y, con su mal ejemplo, arrastra a todos a la perdición.
Más le valdría que en lugar de portar una cruz al cuello le pusieran una piedra y lo arrojaran al mar. Sería menor su castigo morir y dar cuenta de sus propios pecados, que de los pecados de otros que se perdieron por su mal ejemplo.
Renuncia tú a todo pecado y a todo aquello que te aleja de Dios.
No te pongas en ocasión de tentación, y cuida tu comportamiento enfrente de los demás, para que no seas tú ocasión de pecado para ellos.
Respeta la objeción de conciencia de los que no piensan como tú y no desean actuar como tú, y no les impongas castigo alguno, antes bien, recapacita, decídete y corta con todo.
Rechaza todo aquello que sea ocasión de pecado para ti, porque es mejor perderlo todo para salvar tu vida, que ser enviado por tu obstinación, tu soberbia y tu orgullo al lugar de castigo eterno.
Porque el Señor te advierte y te corrige porque te ama, pero Él es el Justo Juez, que hará caer la espada de la justicia sobre ti, y te dará lo que mereces: el castigo del fuego eterno, o la vida eterna en la gloria de su paraíso».