EVANGELIO
El Reino de Dios ya está entre ustedes.
+ Del santo Evangelio según san Lucas: 17, 20-25
En aquel tiempo, los fariseos le preguntaron a Jesús: “¿Cuándo llegará el Reino de Dios?”. Jesús les respondió: “El Reino de Dios no llega aparatosamente. No se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, porque el Reino de Dios ya está entre ustedes”.
Les dijo entonces a sus discípulos: “Llegará un tiempo en que ustedes desearán disfrutar siquiera un solo día de la presencia del Hijo del hombre y no podrán. Entonces les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, pero no vayan corriendo a ver, pues así como el fulgor del relámpago brilla de un extremo a otro del cielo, así será la venida del Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por los hombres de esta generación”.
PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas 17, 20-25)
«El Reino de Dios está aquí, entre nosotros. Contemplemos la cruz, que es el trono del Rey. Contemplemos al Rey, que ha sido elevado en su trono con su corazón expuesto, que ha sido abierto para derramar sobre la humanidad la riqueza de su Reino.
El Rey ha sido glorificado. Contemplemos el altar, y al Rey sobre él, resucitado. La Eucaristía es el cuerpo y la sangre del Rey, que se ha quedado en medio de nosotros, para que todos lo podamos ver, y sea su pueblo alimentado con alimento sagrado.
El Reino de los cielos reúne en un solo pueblo santo a todos los pueblos, para ser gobernados por un solo Rey, en Una, Santa, Católica, y Apostólica Iglesia. Él vive en cada uno de nosotros, súbditos de su Reino, para que vivamos en Él, y es a través de su reinado que vivimos libres. Ya no somos esclavos, la libertad nos la ha dado Él.
El que vive construyendo el Reino de Dios, recibe gracia en abundancia, los tesoros del Reino, y la vida eterna en el Paraíso por el Rey prometido; no por merecerlo, sino porque el Rey, con su sacrificio, se lo ha merecido.
Busca primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se te dará por añadidura. El Rey es Cristo y su Reino se construye con tu apostolado, con tu caridad, con tus obras de misericordia, con tu amor, con tu fe, con tu esperanza puesta en el Rey, llevando una vida en libertad, pero sometida a la voluntad de su Majestad, a su ley y a su verdad, que te concede la verdadera vida, la verdadera libertad.
El Reino de Dios se construye cada día en tu interior. Es la alegría de tu alma, el fuego encendido en tu corazón, y esa inquietud que te mueve para amar a Dios y hacer la caridad con tus hermanos, en la búsqueda incesante del conocimiento de la verdad. ¡Alabado sea el Rey! ¡Adorado sea el Rey! ¡Glorificado sea el Rey en ti, y tú en Él!».