16/12/2024

Lc 19, 1-10

EVANGELIO

El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

+ Del santo Evangelio según san Lucas: 19, 1-10  

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús, pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”.

Él bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.

Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”. 

Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”. 

PREGONES  (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas 19, 1-10)

«Todo aquel que busque conocer a Jesús, será escuchado. Jesús vendrá a él, tocará su puerta y, si le abre, cenará con él, porque todo el que busca encuentra.

Jesús no ha venido a buscar a justos, sino a pecadores, y ha venido a sanar a los enfermos, a corregir a los que se equivocan, a buscar y a salvar  lo que se había perdido.

El Hijo de Dios no hace distinciones entre los hombres, Él los ama a todos y se revela a todos, dándoles la oportunidad de conocerlo, de recibirlo, de amarlo, de seguirlo.

Búscalo tú, invítalo a cenar en tu casa, recíbelo y pídele perdón por tus pecados, reconociendo que de Él te has alejado, pero que tienes el alma dispuesta para reparar el daño que tus ofensas, a su Sagrado Corazón, han causado.

Y si tú fueras de baja estatura, es decir, si pensaras que eres tan indigna creatura, que no fuera posible para ti que Él te mirara, que en ti se fijara, sube al monte alto de la oración y llama la atención del Señor suplicando su compasión. Entonces Él te mirará, te llamará por tu nombre y te pedirá que lo invites a hospedarse en tu casa. 

Ábrele la puerta, déjalo entrar en tu corazón, y ofrécele el dulce manjar de tus actos de reparación a través de obras de misericordia, teniendo con los más necesitados compasión, como contigo la ha tenido tu Señor. Los actos de desamor deben ser reparados con actos de amor que den gloria a Dios».