16/12/2024

Lc 19, 41-44

EVANGELIO

Si comprendieras lo que puede conducirte a la paz.

+ Del santo Evangelio según san Lucas: 19, 41-44

En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó:

“¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba”.

PREGONES  (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas 19, 41-44)

«Jesucristo, el Hijo de Dios, nació, vivió y murió en el mundo, y resucitó con la gloria de Dios, para darle vida al mundo. De entre todos los pueblos del mundo, Dios eligió al pueblo de Israel para que naciera y viviera en el mundo el Rey, el Mesías, el enviado de Dios, para salvar a su pueblo elegido. Lo conocieron, con Él convivieron, y sin embargo, en Él no creyeron. Lo desterraron del mundo crucificándolo en la ciudad santa, Jerusalén, en donde el Hijo de Dios derramó lágrimas de amor y de dolor, porque no quisieron aprovechar la oportunidad que Dios les daba para corregirse, para enmendarse, para convertirse, para salvarse. 

Con sus lágrimas  bendijo al mundo entero eligiendo de entre los hombres del pueblo elegido a sus apóstoles, para fundar sobre ellos la Santa Iglesia, y el mundo entero pueda aprovechar la oportunidad que Dios le da, y reunir a todos los hombres en un solo pueblo santo de Dios. Cristo vive entre nosotros, y hoy sigue derramando lágrimas de amor y de dolor, sufriendo y lamentándose por aquellos necios que no aceptan su salvación. 

Aprovecha tú la oportunidad que Dios te da, y corrije tu camino, conviértete, y alégrate, porque Él te ha redimido.

Corresponde reparando su Sagrado Corazón por tus ofensas y las de todos aquellos que ofenden a Dios.

Reza y ofrece actos de amor por los sucesores de los apóstoles: los obispos y los sacerdotes, que son los que causan las heridas más profundas y el dolor más grande al Corazón de Dios.

Enjuga con tus buenas obras y con palabras de amor, las lágrimas benditas que derrama por los pecadores el Hijo de Dios.

Adora la Sagrada Eucaristía, y recíbelo tú por los que no lo han recibido, consuélalo por los que lo han ofendido».