16/12/2024

Lc 6, 20-26

EVANGELIO

Dichosos los pobres. - ¡Ay de ustedes los ricos!

Del santo Evangelio según san Lucas: 6, 17. 20-26  

En aquel tiempo, Jesús descendió del monte con sus discípulos y sus apóstoles y se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y de Jerusalén, como de la costa de Tiro y de Sidón.

Mirando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: “Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque al fin reirán.

Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas.

Pero, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen ahora su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora, porque después tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ríen ahora, porque llorarán de pena! ¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe, porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!”.

PREGONES  (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas 6, 17. 20-26)

«La Divina Providencia se derrama sobre los humildes, los que dejan todo para seguir a Cristo y se abandonan en las manos de su Padre.

Él derrama sus bienaventuranzas sobre los que lo aman. Derrama su Espíritu Santo y su gracia en esta vida, y les da la vida eterna.

Compórtate como verdadero hijo, porque lo eres. Él es verdadero Padre. Su ternura desborda por sus hijos, especialmente los más humildes, los que se sienten necesitados de Él, y le piden y se comportan de acuerdo a lo que Él les dice.

Tu dicha está en que Dios te amó primero. Jesús se adelanta siempre. Tú solo correspondes a su amor.

Seguirlo es arriesgado, porque te confronta con tus propios sentimientos cuando eres rechazado y perseguido por su causa, por ser tratado igual que lo trataron a Él. Pero vale la pena, porque el Reino de los cielos es de los que se arriesgan a dar la vida por Cristo. Dichoso seas por seguir a Cristo, porque te llevará con Él al Paraíso».