16/12/2024

Lc 7, 24-30

EVANGELIO

Juan es el mensajero que prepara el camino del Señor.

Del santo Evangelio según san Lucas: 7, 24-30  

Cuando se fueron los mensajeros de Juan, Jesús comenzó a hablar de él a la gente, diciendo: “¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con telas preciosas? Los que visten fastuosamente y viven entre placeres, están en los palacios. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, y yo les aseguro que es más que profeta. Es aquel de quien está escrito: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Yo les digo que no hay nadie más grande que Juan entre todos los que han nacido de una mujer. Y con todo, el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él”.

Todo el pueblo que lo escuchó, incluso los publicanos, aceptaron el designio de justicia de Dios, haciéndose bautizar por el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los escribas no aceptaron ese bautismo y frustraron, en su propio daño, el plan de Dios.

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas 7, 24-30)

«El Señor reconoce su grandeza en la pequeñez de sus profetas, delante de los hombres, y se admira de su fe, de su fidelidad, de su entrega total para que se haga su Divina Voluntad según su Palabra.

El Señor reconoce a su precursor, y lo pone de ejemplo como el hombre más grande nacido de mujer, ante la mirada de aquellos que solo veían su pequeñez, su humildad, su sencillez.

Sin embargo, Jesús, el Señor, les enseñó a ver a través de su mirada, con visión sobrenatural, la grandeza de su alma, su sabiduría, su vida de sacrificio, de entrega, de amor a Dios, su persistencia en anunciar que el Reino de los cielos está cerca, su firmeza y fidelidad, su obediencia y su humildad, al reconocer que no era digno de desatarle las correas de las sandalias al que venía detrás de él.

Tú, que tienes ojos, ve, y tú, que tienes oídos, escucha la voz de los profetas, que te anuncian que el mismo que vino detrás de Juan el Bautista, proclamando un bautismo de conversión por el Espíritu Santo, y que encendió con el fuego de su amor los corazones de los profetas y de todo aquel que se dejó tocar por Él, es el mismo que verás bajar del cielo en una nube, rodeado de sus ángeles, con todo su poder, para tomar del mundo lo que es suyo y le pertenece: los más pequeños, en quienes se manifiesta su grandeza, porque han creído y lo han seguido.

Abre tu boca, y con voz de profeta. Lleva al mundo la Buena Nueva, comunicando con voz fuerte: “rectifiquen sus caminos, crean en el evangelio, conviertan sus corazones, no ofendan más a Dios, crean en las palabras de los profetas que anuncian la venida del Señor”.

 Nadie sabe el día ni la hora en que vendrá aquel que ha dado su vida para dignificarnos y darnos la vida eterna. Adóralo en la Eucaristía, el Rey es Él».