16/12/2024

Lc 11, 47-54

EVANGELIO

Les pedirán cuentas de la sangre de los profetas, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías.

+ Del santo Evangelio según san Lucas: 11, 47-54  

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y doctores de la ley: “¡Ay de ustedes, que les construyen sepulcros a los profetas que los padres de ustedes asesinaron! Con eso dan a entender que están de acuerdo con lo que sus padres hicieron, pues ellos los mataron y ustedes les construyen el sepulcro.

Por eso dijo la sabiduría de Dios: Yo les mandaré profetas y apóstoles, y los matarán y los perseguirán, para que así se le pida cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que fue asesinado entre el atrio y el altar. Sí, se lo repito: a esta generación se le pedirán cuentas.

¡Ay de ustedes, doctores de la ley, porque han guardado la llave de la puerta del saber! Ustedes no han entrado, ya los que iban a entrar les han cerrado el paso”. Luego que Jesús salió de allí, los escribas y fariseos comenzaron a acosarlo terriblemente con muchas preguntas y a ponerle trampas para ver si podían acusarlo con alguna de sus propias palabras. 

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas: 11, 47-54)

«El más grande de todos es también el más humilde de todos. Él, que es primero, se ha hecho último, y siendo último sigue siendo el primero.

Jesucristo, el Hijo de Dios, no ha venido a ser servido sino a servir.

Él es el Maestro. Dice una cosa y la hace, predica con la palabra y con el ejemplo.

Es Guía, Padre y Pastor. Sus enseñanzas están escritas en el Evangelio, para que todo aquel que quiera ser como Él siga su ejemplo, y haga lo que Él le dice, porque su yugo es suave y su carga ligera.

Jesús a los que ama los corrige. Él habla con justicia y con amor, con sabiduría y con misericordia. 

Corregir al que se equivoca es una obra de misericordia. Por tanto, es un acto de amor. Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, eso es lo que Jesús vino a enseñar.

No vino a abolir la ley, sino a darle plenitud, a corregir la manera de vivir la ley de tantos gobernantes y personas que sobre otros tienen mucho poder, y la soberbia, la envidia, el egoísmo, las tentaciones, las concupiscencias de la carne los dominan, y se engañan a sí mismos, pierden el camino y llevan a otros a la perdición. Ellos no conocerán el Reino de Dios. 

¡Cuánto sufre por ellos el Inmaculado y Doloroso Corazón de María!

Tú, que eres llamado hijo de Dios, no digas una cosa y hagas otra.

Sé coherente con tu fe, practica la justicia, haciendo justicia a Jesús, correspondiendo a su amor, a su entrega de vida, a su misericordia; siguiendo su ejemplo, haciéndote último sirviendo a los demás, corrigiendo el camino, rechazando las tentaciones del enemigo, dirigiendo la mirada al cielo, y, a través de la predicación de la cruz, corrige al que se equivoca, para que conozca el verdadero camino del amor, de la reconciliación, de la caridad; camino de fe y de esperanza, de vida y de eternidad.

Él ha venido a traer misericordia, pero vendrá con su justicia, y desconocerá y precipitará al abismo de fuego eterno, lejos de Él, a todo aquel que haya conocido el misterio de la cruz y no se haya corregido, no se haya convertido, no haya creído, no haya querido».