EVANGELIO
¡Si ustedes tuvieran fe...!
+ Del santo Evangelio según san Lucas: 17, 5-10
En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor les contestó: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería.
¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: ‘Entra en seguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú’? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación? Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: ‘No somos más que siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’ “.
PREGONES (Reflexión del santo Evangelio según san Lucas 17, 5-10)
«Jesús no ha venido a ser servido sino a servir.
Él ha venido a servir, dando la vida como rescate por muchos.
Él, siendo Dios, tomó la condición de siervo y se hizo esclavo para hacerse el último, el servidor de todos, sin dejar de ser Dios.
María es la esclava del Señor. Él le dio la condición de Madre de Dios, y ella es Madre del Hijo de Dios, sin dejar de ser la sierva del Señor.
Amar a Dios por sobre todas las cosas y amarse unos a otros, como Cristo enseñó, quiere decir servir a Dios primero y antes que a nadie, y servirse unos a otros como Jesús los sirvió, como Él les enseñó, lavando los pies de sus discípulos, para darles esta lección: no es más el discípulo que su maestro, no es más el siervo que su amo.
Pero Él, que enseñó a sus apóstoles y a sus discípulos a ser siervos como Él, no los llamó siervos, sino que los llamó amigos, y los trató con la dignidad de hermanos.
Procura tú tener y alimentar el deseo ferviente en tu corazón de servir al más necesitado, considerándolo superior a ti mismo.
Y vive en la alegría de haber cumplido con tu deber, no esperando recompensa, sino agradecido por haber recibido el don del espíritu de servicio, el espíritu de Cristo, y participar así del gozo del Crucificado, que, dando la vida por los demás, glorifica a Dios Padre. Porque el Padre se glorifica a sí mismo en el Hijo, que no espera recompensa, porque Él es la recompensa misma.
Él es el primero y el último, el alfa y la omega, el principio y el fin.
A Él todo el honor y la gloria».