16/12/2024

Lc 24, 46-53

EVANGELIO

Mientras los bendecía, iba subiendo al cielo.

Del santo Evangelio según san Lucas: 24, 46-53

En aquel tiempo, Jesús se apareció a sus discípulos y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto. Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban la fuerza de lo alto”.

Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacia un lugar cercano a Betania; levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo. Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios. 

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Lucas 24, 46-53)

«La ascensión de Nuestro Señor Jesucristo al cielo es la evidencia más tangible de que Él es el Hijo de Dios, que bajó del cielo para hacerse hombre y morir por la salvación de los hombres, que descendió a los infiernos anunciando su victoria, que resucitó de entre los muertos y subió a los cielos, para sentarse a la derecha de su Padre y ser glorificado con la gloria que tenía antes de que el mundo existiera, y que al mismo tiempo se ha quedado en el mundo en la Eucaristía y en cada hijo de Dios. 

Jesús, Rey y Señor, ha destinado a sus apóstoles, a los sucesores de los apóstoles y a los sacerdotes que ellos ordenan, para que hagan sus obras y lleven el Evangelio a todos los pueblos, para que todos puedan conocerlo y crean en Él.

Conquistar los corazones de los hombres es una misión y responsabilidad muy grande, porque el que crea será salvado, pero el que se resista a creer será condenado.

Eleva tú la mirada al cielo, y recibe los dones y gracias que el Señor te envía por la acción del Espíritu Santo, para que, fortalecido, puedas cumplir con tu misión como testigo de que Cristo está vivo, llevando la buena nueva y dando testimonio con tu vida de que Él vive en ti, haciendo sus obras, viviendo tu vida ordinaria con los pies en la tierra, pero con el corazón en el cielo, que es en donde están tus tesoros. 

Pero no te quedes mirando al cielo, no tengas miedo, llénate de valor y ve a anunciar que Cristo ha vencido al mundo.

Alégrate, porque tú has creído en el Señor y en sus promesas, y Él te ha prometido que estará contigo todos los días hasta el fin del mundo».