29/11/2024

Jn 1, 35-42

EVANGELIO

Hemos encontrado al Mesías.

Del santo Evangelio según san Juan: 1, 35-42 

En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: “Éste es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?”. Ellos le contestaron: “¿Dónde vives, Rabí?”. (Rabí significa ‘maestro’). Él les dijo: “Vengan a ver”.

Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés, fue a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (que quiere decir ‘el Ungido’). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste, fijando en él la mirada, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás” (que significa Pedro, es decir, ‘roca’).

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Juan: 1, 35-42)

«El Espíritu Santo, Espíritu de Dios, Espíritu de la verdad, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, habla a través de los profetas, y ha revelado al Cordero de Dios a través de la boca de Juan el Bautista, confirmando lo que Él mismo decía: “no soy yo el Mesías, hay uno que viene detrás de mí a quien no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias”.

El que busca a Jesús reconociéndolo como el Hijo de Dios, siempre lo encuentra. El que encuentra a Jesús y lo sigue, recibe la gracia de conocerlo y de permanecer con Él para siempre.

Él les concede el poder llegar a ser hijos de Dios y volver a la casa del Padre, en donde Él mismo les prepara un lugar para que vivan por Él, con Él y en Él, eternamente. 

Quien conoce a Jesús y lo sigue siente la necesidad de compartir su alegría y darlo a conocer a los demás, para que también lo sigan.

El que conoce a Jesús y lo sigue tiene el compromiso de conocer su voluntad, para cumplirla y servirlo. 

Quien recibe la gracia de conocer cuál es la voluntad de Dios para él, para qué ha nacido, quién es él, y se decide a cumplir con su misión, vive en una constante paz, con la certeza de caminar en el camino correcto que lo dirige hacia la santidad. 

Permanece tú bien dispuesto a escuchar el llamado del Señor, y dile: “aquí estoy, ¿para qué me has llamado?, dime Señor cuál es tu voluntad”.

Y si no lo escucharas con claridad, pregunta una y otra vez, en el silencio de tu oración, atento a lo que el Espíritu Santo le dice a tu corazón. Ten la seguridad de que sabrás cuál es tu misión y se te darán los medios para cumplirla, porque es para eso que te llama el Señor. Vivirás con Él y Él contigo, y si eres dócil, el Espíritu Santo hablará a través de tu boca, revelando al Cordero de Dios, para que otros también lo conozcan, lo sigan, lo sirvan y reciban su paz».