Jn 3, 13-17
Jn 3, 13-17
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EVANGELIO

El Hijo del hombre tiene que ser levantado.

Del santo Evangelio según san Juan: 3, 13-17

En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él”.

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Juan 3, 13-17)

«El Hijo del hombre ha sido elevado en medio de los hombres, cuando ha sido levantado en la cruz, para derramar sobre el mundo su misericordia, y que todo el que crea en Él se salve. Esa es la voluntad del Padre.

Todo hombre que abrace la fe católica debe creer esto, y acudir a la celebración de la santa Misa, para participar, por Cristo, con Él y en Él, en su único, eterno y salvífico sacrificio, que constantemente se renueva en cada consagración, en la que Cristo se entrega a la humanidad en cuerpo y en sangre, en presencia viva, bajo las especies del vino y el pan, para alimentar a todos los hijos de Dios, y reciban la gracia para que alcancen, por su cruz, la salvación.

Por tanto, la cruz es motivo de alegría, es signo visible del amor de Dios por los hombres, de su compasión y de su misericordia, porque los hombres vivían encadenados al pecado, por lo que ya estaban condenados por sus propias obras. 

Entonces envió a su propio Hijo a liberarlos, conservando su promesa de libertad, para que, por su propia voluntad, elijan vivir en la luz que los lleva a la salvación, a la vida, y no permanecer cautivos en las tinieblas, que los lleva a la perdición y a la muerte.

Alégrate tú y cree en Jesucristo, el Hijo del único Dios verdadero por el que se vive. Acepta su salvación, acudiendo a los sacramentos. Mira la cruz, contempla la cruz, y agradece a Jesús que ha dado su vida por ti para perdonarte, para salvarte, para conducirte de las tinieblas a su admirable luz, y darte la vida eterna de su resurrección.

Cree en la intercesión de los ángeles y de los santos, y en el auxilio y la protección de la Madre de Dios, que te acoge bajo su manto celestial, y te libra de los peligros, mientras caminas peregrinante en medio del mundo, y tomado de su mano te guía hacia el Paraíso, para que vivas en la alegría de la vida eterna por Cristo, con Cristo, en Cristo».