29/11/2024

Jn 5, 31-47

EVANGELIO

El que los acusa es Moisés, en quien ustedes han puesto su esperanza.

Del santo Evangelio según san Juan: 5, 31-47

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Si yo diera testimonio de mí, mi testimonio no tendría valor; otro es el que da testimonio de mí y yo bien sé que ese testimonio que da de mí, es válido.

Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de la verdad. No es que yo quiera apoyarme en el testimonio de un hombre. Si digo esto, es para que ustedes se salven. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y ustedes quisieron alegrarse un instante con su luz. Pero yo tengo un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre.

El Padre, que me envió, ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no habita en ustedes, porque no le creen al que él ha enviado.

Ustedes estudian las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues bien, ellas son las que dan testimonio de mí. ¡Y ustedes no quieren venir a mí para tener vida! Yo no busco la gloria que viene de los hombres; es que los conozco y sé que el amor de Dios no está en ellos. Yo he venido en nombre de mi Padre y ustedes no me han recibido. Si otro viniera en nombre propio, a ese sí lo recibirían.

¿Cómo va a ser posible que crean ustedes, que aspiran a recibir gloria los unos de los otros y no buscan la gloria que sólo viene de Dios?

No piensen que yo los voy a acusar ante el Padre; ya hay alguien que los acusa: Moisés, en quien ustedes tienen su esperanza. Si creyeran en Moisés, me creerían a mí, porque él escribió acerca de mí. Pero, si no dan fe a sus escritos, ¿cómo darán fe a mis palabras?”.

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Juan 5, 31-47)

«El testimonio que Dios Padre da de su Hijo Jesucristo es la cruz.

Testimonio veraz de amor y de misericordia, porque tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo, para que todo el que crea en Él, se salve y tenga vida eterna.

El que cree en Jesucristo, cree en que Él padeció, fue crucificado y murió en la cruz, como expiación de los pecados de los hombres, para perdonarlos, redimirlos, salvarlos y llevarlos al abrazo misericordioso del Padre.

Y también cree que de la cruz brotan los sacramentos, a través de los cuales el Espíritu Santo derrama su gracia para hacer a los hombres hijos de Dios, los llena de dones y los envía al mundo a dar testimonio del amor de Dios, a través de su palabra y con sus obras, viviendo a la luz del Evangelio.

Juan el Bautista fue enviado a dar testimonio del Hijo de Dios, y dijo: “hay otro, quien viene detrás de mí, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias; él es la voz que clama en el desierto, y que dice: ‘enderecen los caminos del Señor’.

Pero un testimonio mejor lo dan las palabras y las obras del mismo Cristo, que el Padre lo envió a predicar y a realizar. Por tanto, todo aquel que cree en Dios, debe de creer en su único Hijo. El que no crea por sus palabras, que crea al menos por sus obras, porque nadie va al Padre si no es por el Hijo. 

Arrepiéntete y cree en el Evangelio.

Tú has recibido la misericordia de Dios, eres testigo de Cristo, porque en ti ha realizado las obras del Padre, por lo que ya no eres siervo, sino hijo y, como hijo, también heredero y colaborador de su misión salvadora.

Glorifica a Dios con tu vida. Él te envía a dar testimonio con su palabra y con tus obras».