29/11/2024

Jn 14, 1-6

EVANGELIO

Yo soy el camino, la verdad y la vida.

Del santo Evangelio según san Juan: 14, 1-6

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy”.

Entonces Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”. Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí”. 

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Juan 14, 1-6)

«Jesucristo es el Príncipe de la paz. El hombre que cree en Él recibe al Espíritu Santo que Dios da a los que lo aman, y se llena de paz. No de una paz efímera, como la da el mundo, sujeta a falsas seguridades, a circunstancias, acuerdos, y ambientes condicionados, sino una paz perenne que llena el alma, paz interior que no depende de las condiciones del mundo, de las guerras o tribulaciones, ni del ambiente o circunstancias, sino sólo de Dios. 

Por eso el hombre creyente que ama y sigue a Cristo no pierde la paz, confía y vive con fe, con esperanza y con caridad, en la seguridad de que camina en el camino correcto hacia la felicidad eterna, en donde el mismo Cristo le está preparando un lugar de acuerdo a los tesoros que acumula en el cielo con sus buenas obras.

Cree tú en Jesús, y en que Él es el camino, la verdad y la vida. Búscalo, encuéntralo, ámalo, y síguelo, para que donde esté Él estés tú. 

Acude a María, su Madre, para que te lleve a Jesús, y no pierdas la paz, porque todo lo que te pasa, los acontecimientos, los problemas, las tribulaciones, las experiencias, son medios para guiarte y mantenerte en el camino, a la luz del Evangelio, para llegar a Dios. 

El camino es Cristo, que ha vencido al mundo, ha resucitado, se presenta ante ti, y se queda contigo en cuerpo, en sangre, en alma, en divinidad, en presencia real y substancial en la Eucaristía, y te dice: la paz sea contigo».