29/11/2024

Jn 15, 1-8

EVANGELIO

El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.

Del santo Evangelio según san Juan: 15, 1-8

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.

Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.

Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos”. 

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Juan 15, 1-8)

«Dios todopoderoso creó a todos los hombres para su gloria. Jesús nos revela al Padre, y lo presenta como el hortelano que siembra en la tierra la semilla de la vida, bajada del cielo, para darle vida al mundo. Jesús es la vid, y de Él brotan los sarmientos, que dan fruto bueno para glorificar al Padre. 

Los sarmientos son los hombres, y el fruto bueno son las obras de los hombres. Por tanto, el hombre que permanece unido a Cristo tiene vida y produce fruto abundante, pero el que prefiere caminar de manera individual, e ir por su cuenta de manera independiente, no produce fruto, porque no hay vida en él. 

El Hortelano lo corta y lo tira al fuego. En cambio, al que permanece unido a Cristo lo cuida, lo poda, lo ayuda a crecer para que dé fruto abundante. Y lo conserva para la vida eterna, y lo sienta en su mesa, para gozar por Cristo, con Él y en Él, la dulzura de la exquisita cosecha.

Permanece tú unido a Cristo, poniéndolo en el centro de todas tus actividades, para que tengas éxito en tus empresas, en tus obras, en tus proyectos, en tus quehaceres y deberes, en tus trabajos y apostolados, y en todo lo que realices, porque nada puedes hacer solo, pero todo lo puedes en aquel que te fortalece. 

Haz un ofrecimiento de obras desde el amanecer, de manera que todo lo que hagas en tu día sea con Cristo, por Él, con Él, por amor de Dios, para su gloria. Entrégale tu voluntad, para que Él haga la suya a través de ti. Entonces harás las obras de Dios. Pídele lo que quieras y Él te lo concederá, para que des fruto abundante para glorificar al Padre. 

Permanece unido a la vid, que es Cristo, escuchando y poniendo en práctica su Palabra, en comunidad con la Santa Iglesia, acudiendo con frecuencia al sacramento de la Eucaristía y de la Penitencia, y tus frutos serán buenos, porque estarás purificado.

Pero, si no supieras cómo hacerlo, acude a María. Consagra a Jesús tu vida a través de su Madre, y Ella se encargará de hacerte permanecer en Él y Él en ti, para que des fruto abundante, para la gloria de Dios Padre».