29/11/2024

Jn 8, 51-59

EVANGELIO

Su padre Abraham se regocijaba con el pensamiento de verme.

Del santo Evangelio según san Juan: 8, 51-59

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre”. 

Los judíos le dijeron: “Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: ‘El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre’. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?”.

Contestó Jesús: “Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: ‘Es nuestro Dios’, aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello”.

Los judíos le replicaron: “No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?”. Les respondió Jesús: “Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy”. 

Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo. 

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Juan 8, 51-59)

«Jesucristo, el Hijo de Dios, es la luz que vino al mundo para iluminar la vida de los hombres. Es la palabra de Dios encarnada, que habitó entre los hombres, para que todo aquel que lo escuche y se mantenga fiel a su palabra, no muera para siempre, sino que resucite con Él y tenga vida eterna. 

Pero los hombres no la recibieron. Condenaron a muerte al Hijo de Dios, y a una muerte de cruz. Quisieron apagar la luz, y la luz se apagó en la cruz, para cumplir la voluntad del Padre, perdonando los pecados de los hombres. Quisieron callar la palabra, y la voz de Dios guardó silencio en el sepulcro. Pero la luz al tercer día brilló de nuevo. La palabra encarnada resucitó, para darle vida al mundo, haciendo nuevas todas las cosas. ¡Jesucristo resucitó! ¡La palabra está viva!

Cree tú en Jesús, escucha su palabra, y cree cuando te dice ‘Yo Soy’. Permanece fiel y haz lo que Él te diga. Cree que del mismo modo que la palabra es Cristo y vive, la Eucaristía es la palabra encarnada, es el cuerpo y la sangre del Hijo de Dios, que ha venido a dar la vida por ti, para salvarte. Ha venido a encender tu corazón con el fuego de su amor, por la gracia del Espíritu Santo, para santificarte y glorificarte. Cree que la palabra es la verdad, y el que vive en la verdad es verdaderamente libre. Ten el valor de pregonar la verdad. 

Y si, por tu fidelidad, te persiguieran, si quisieran apagar tu luz y callar tu voz, persevera, no tengas miedo, el Señor está contigo todos los días de tu vida, y tú estás protegido bajo el manto de la Madre de Dios. Alégrate, porque está escrito que Cristo ha vencido al mundo, y es palabra de Dios».

 

***