EVANGELIO
Si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito.
+ Del santo Evangelio según san Juan: 16, 5-11
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Me voy ya al que me envió y ninguno de ustedes me pregunta: ‘¿A dónde vas?’. Es que su corazón se ha llenado de tristeza porque les he dicho estas cosas. Sin embargo, es cierto lo que les digo: les conviene que me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito; en cambio, si me voy, yo se lo enviaré.
Y cuando él venga, establecerá la culpabilidad del mundo en materia de pecado, de justicia y de juicio; de pecado, porque ellos no han creído en mí; de justicia, porque me voy al Padre y ya no me verán ustedes; de juicio, porque el príncipe de este mundo ya está condenado”.
PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Juan 16, 5-11)
«El hombre que no tiene visión sobrenatural piensa sólo en sí mismo, y pone sus seguridades en las cosas del mundo, se debilita su fe y su esperanza y, cuando sufre alguna pérdida, le sobreviene la tristeza, que le turba el corazón y le entorpece el entendimiento, pierde la paz y la estabilidad de sus emociones, que afectan sus decisiones.
El hombre que confía en Dios y está lleno del Espíritu Santo tiene los pies en la tierra, pero el corazón en el cielo. Pone sus seguridades en Dios, porque en Él tiene puesta su esperanza, y es inamovible su fe, a pesar de las circunstancias, y se mantiene firme contra viento y marea, porque tiene visión sobrenatural y conoce las verdades eternas.
Cree tú que el Señor está contigo, aunque no lo veas.
Recibe al Espíritu Santo. Deja que establezca en ti su morada y, con docilidad, déjalo obrar en ti, para que fortalezca tu fe, tu esperanza y tu caridad, y te conceda sus dones; para que conserves la alegría y la paz que da el conocimiento de la verdad, que es el Hijo de Dios, que vino al mundo, que murió, resucitó y subió al cielo, para enviar al Espíritu Santo a establecer en el mundo su Reino.
Déjate llenar y desbordar de su amor y de su gracia, y pídele el don del justo discernimiento, para que conserves tu corazón en el cielo, alejado del dominio del diablo, que busca destruirte, pero que ya ha sido condenado, y no tiene sobre el Señor ningún poder».