29/11/2024

Jn 20, 2-9

EVANGELIO

El otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro.

Del santo Evangelio según san Juan: 20, 1-9   

El primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.

En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Juan 20, 2-9)

«¡El Señor ha resucitado! ¡Cristo está vivo! ¡Aleluya!

La luz que vino al mundo, pero el mundo no la recibió, brilló en medio de las tinieblas, de una vez y para siempre, para iluminar al mundo entero.

El Cordero de Dios ha sido inmolado para celebrar con Él la Pascua, y ha resucitado para darle vida al mundo.

Todo cristiano es testigo de Cristo vivo, y así como las santas mujeres fueron testigos de su resurrección, deben dar testimonio de Él, anunciando la buena nueva a los que aún no lo han conocido, a los que no tienen fe, a los que lo han abandonado, a los que no creen en Él.

Y deben dar testimonio con su vida a los que se han alejado de la fe, para que vuelvan, porque por las llagas de Cristo hemos sido salvados, y sólo a través de Él pueden llegar los hombres a Dios.

Él es el único mediador entre Dios y los hombres. Quien crea en Él tendrá vida eterna. 

Muchos son los testigos que lo vieron y creyeron, y dieron testimonio de Él. 

Alégrate, porque tu Señor ha resucitado. Cree que Él está vivo. Escucha su palabra, que es como espada de dos filos, que atraviesa tu corazón, y que es actual, porque está viva, y te dice lo que en este momento necesitas para que puedas seguirlo.

Deja que arda de amor tu corazón con el fuego de su presencia.

Y, si aún no crees, pide la fe que te falta. Acude a la santa Misa y reconócelo al partir el pan, y cree que está vivo y presente en la Eucaristía. Porque si Cristo no resucitó, vana es tu fe.

Y, si aun así no crees, ten el valor de desear y de pedirle tener un verdadero encuentro con Él, para que metas tu mano en su costado y toques su Corazón Sagrado, para que convierta tu corazón, y no seas incrédulo, sino creyente.

Dichosos los que creen sin haber visto. Dichosos los que creen y viven en la luz de Cristo vivo, porque tendrán vida eterna en su resurrección». 

 

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