29/11/2024

Jn 20, 19-23

EVANGELIO

Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo: Reciban el Espíritu Santo.

Del santo Evangelio según san Juan: 20, 19-23

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado.

Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”.

Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Juan 20, 19-23)

«El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Es la efusión de amor entre el Padre y el Hijo y, en unidad con el Padre y el Hijo, es un solo Dios verdadero.

Jesucristo fue enviado por su Padre al mundo para morir por la salvación de los hombres, y fue resucitado por la fuerza del Espíritu Santo.

Subió al cielo y, en unidad al Padre, envió al Espíritu Santo al mundo, para ser derramado en los corazones de todos los hombres que aman a Dios, para que, llenos de sus dones, obren y, con sus frutos y carismas, glorifiquen a Dios. 

Jesús, con su resurrección, ha traído la paz a sus sacerdotes, y les ha dado el poder de la acción del Espíritu Santo, para establecer en el mundo la paz a través del perdón de los pecados.

Por tanto, la verdadera paz se establece en los corazones de los hombres mediante la reconciliación de cada uno con Cristo, por el Espíritu Santo.

Recibe tú el Espíritu Santo, y pídele que te llene y te desborde de su amor, para que infunda en ti sus siete dones: Sabiduría, Entendimiento, Consejo, Ciencia, Piedad, Fortaleza, y Santo Temor de Dios, y así puedas cumplir con los compromisos que adquiriste cuando fuiste bautizado con el fuego del Espíritu Santo, como hijo de Dios. 

Acude a la Virgen María, Madre de Cristo y Esposa del Espíritu Santo, para que te consiga la gracia de la docilidad a las inspiraciones, influjos y mociones del Espíritu y, movido por su fuerza, hagas las obras de Dios, conservando la paz en tu corazón, y llevándola a los demás, para que, unidos en un mismo cuerpo y un mismo espíritu, permanezcan en oración con la Madre de Dios, y sea para el mundo un nuevo y eterno Pentecostés».