Mt 10, 37-42 - Domingo XIII del Tiempo Ordinario
Mt 10, 37-42 - Domingo XIII del Tiempo Ordinario
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EVANGELIO

El que no toma su cruz, no es digno de mí. Quien los recibe a ustedes me recibe a mí.

+ Del santo Evangelio según san Mateo: 10, 37-42

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.

El que salve su vida la perderá y el que la pierda por mí, la salvará. Quien los recibe a ustedes me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.

El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.

Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa”.

Palabra del Señor. 

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Mateo 10, 37-42)

La Compañía de María, Madre de los Sacerdotes

«“La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron”. Es decir, no hay paz sin justicia. Pero la paz se establece a través de la justicia, por la misericordia.

Jesús ha venido a traer fuego sobre la tierra para encender los corazones en la llama de su amor, a través de la gracia derramada del Espíritu Santo sobre toda la humanidad, pero que solo la reciben los hombres de buena voluntad que abren su corazón de par en par.

Jesús nos ama. Está presente verdaderamente en la Eucaristía, y viene a nosotros, entra en cada uno de nosotros, Él en nosotros y nosotros en Él.

Pero algunos no creen en Él, no lo quieren recibir, le cierran las puertas de su corazón, desvían la mirada de su alma, lo sacan de su vida, porque Él no ha venido a traer la paz, sino la guerra.

Él no ha venido a reconciliar a justos con pecadores, sino que ha venido a convertir en justos a los pecadores.

Ha venido a herirlos con la espada de dos filos, para que mueran a sí mismos y se reconcilien con Él. 

No tengas miedo, Cristo está contigo todos los días de tu vida. Él te envía a derribar gigantes con la espada de la verdad, pero va por delante de ti.

Sé tú un instrumento dócil, leal y fiel, para que Él haga sus obras, a través de ti».