EVANGELIO
Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón.
+ Del santo Evangelio según san Mateo: 11, 25-30
En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
Palabra del Señor.
PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30)
La Compañía de María, Madre de los Sacerdotes
«El Sagrado Corazón del Hijo de Dios ha sido traspasado por los hombres.
Sagrado Corazón abierto, del que salió inmediatamente sangre y agua, fuente infinita de gracia, de vida y de misericordia, y del cual brotaron los sacramentos para la vida de la Iglesia.
Sagrado Corazón, misterio de amor divino, del que emana el fuego con el que han sido encendidos los corazones de todos los hombres devotos que se acercan a él, que lo veneran, que lo adoran, que promueven su devoción, porque aman a Cristo y creen en Él y en sus promesas. Todo hombre se ha beneficiado con sus maravillas.
Participa tú de tan grande misterio, elevando tus ofrendas en el altar de manos del sacerdote, unidas a la ofrenda del vino y el pan, adorando al Sagrado Corazón de Jesús en la Eucaristía, recibiendo la gracia de los sacramentos, reparando las heridas causadas por tus ofensas y las del mundo entero, pidiendo perdón, entregándole tu corazón contrito y humillado, que Él no despreciará, sino que perdonará y convertirá en un corazón semejante al suyo, porque no hay nada imposible para Dios.
Acepta la compañía de María, la Madre de Dios, y pide su intercesión, para que te consiga la gracia de honrar a su Hijo con tus obras, diciendo: ‘Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío’».