Mt 13, 36-43
Mt 13, 36-43
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EVANGELIO

Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.

Del santo Evangelio según san Mateo: 13, 36-43 

En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo”.

Jesús les contestó: “El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del demonio; el enemigo que la siembra es del demonio; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.

Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga”.

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Mateo 13, 36-43)

«El hombre bueno que ama a Dios es la buena semilla que ha sido sembrada en el mundo, y debe protegerse a sí mismo a través de los sacramentos, cubriéndose con la preciosa sangre del sembrador, que es Cristo, derramada en la cruz. 

El hombre que no confía en el Señor y no cree en Él, queda expuesto entre la cizaña sembrada por el diablo -que son espíritus malos-, a ser engañado, atormentado, poseído, atribulado, tentado, perturbado, dominado y vencido, y a ser convertido en hombre malvado, que no ama a Dios, y corre el grave riesgo de ser como la cizaña, y de ser arrancado, junto con ella, el día de la siega en el fin del mundo, y de ser arrojado al fuego eterno, porque no dio fruto y con sus malas obras pecó contra Dios e indujo a otros al pecado.

Confía tú en el Sembrador, y déjate cuidar y proteger por Él, mientras creces y te fortaleces con su palabra y con los sacramentos.

Persevera firme en la fe, en la esperanza y en el amor, sin dejarte influenciar por las malas compañías; antes bien, sé tú buen ejemplo y apoyo para los más débiles, y fortalécelos con la oración y con el Evangelio, extendiendo con tus buenas obras la fe sobre la tierra, para que la semilla buena plantada por el Sembrador crezca, dé fruto abundante, y brille como el sol en el Reino de los cielos».