Mt 7, 1-5
Mt 7, 1-5
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EVANGELIO

Sácate primero la viga que tienes en el ojo

Del santo Evangelio según san Mateo: 7, 1-5  

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No juzguen y no serán juzgados; porque así como juzguen los juzgarán y con la medida que midan los medirán. ¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo? ¿Con qué cara le dices a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, cuando tú llevas una viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga que tienes en el ojo, y luego podrás ver bien para sacarle a tu hermano la paja que lleva en el suyo”. 

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Mateo 7, 1-5)

«El Señor llama hipócritas a los soberbios y orgullosos que no practican lo que predican, sino que dicen una cosa y hacen otra; a los que juzgan, difaman y dicen chismes de los demás, pero no reconocen sus propios errores; a los que ponen cargas muy pesadas a otros, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas; a los que ven la paja en el ojo ajeno, pero no ven la viga en el propio. 

En la misma medida que midan serán medidos, no en este mundo, sino en su propio juicio, cuando tengan el alma desnuda frente al Justo Juez, que todo lo ve, todo lo sabe, todo lo conoce.

Jesús es el Maestro, y el que lo sigue y aprende de Él es su discípulo. Su enseñanza es la perfección, para que los hombres puedan llegar a ser como Él, viviendo las virtudes y practicando la misericordia, siendo ejemplo, viviendo en coherencia con la fe y el Evangelio.

Aprende del Maestro a ser manso y humilde de corazón, a ser compasivo, y a soportar con paciencia los errores de los demás.

Aprende tú de esos errores y de los tuyos, para que crezcas en virtud, y puedas entonces corregir a tus hermanos.

Ten humildad, reconoce que tú también te equivocas, pide a Dios que les dé la gracia también a ellos, para que tengan paciencia y misericordia contigo. 

Tómate de la mano de María, la Madre de Dios. Ella es camino de perfección, modelo de todas las virtudes. El que va a Ella como hijo recibe su abrazo de Madre y, sin importar sus errores, siempre lo lleva a Jesús».

 

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