Mt 16, 24-28
Mt 16, 24-28
00:00
00:00

EVANGELIO

¿Qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?

Del santo Evangelio según san Mateo: 16, 24-28 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará.

¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla? Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces dará a cada uno lo que merecen sus obras. Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán, sin haber visto primero llegar al Hijo del hombre como rey”.

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Mateo 16, 24-28)

«Los justos están en paz. Los justos son todos aquellos hombres y mujeres invitados a participar del banquete del Cordero de Dios, de su cruz y de su gloria.

Jesús hace una invitación a través de su doctrina, que vino a enseñar con su palabra y con su ejemplo, para que todo aquel que lo escuche, la aprenda y la ponga en práctica en su vida.

Él ha venido a traer el carisma cristiano, que son hombres y mujeres valientes, dispuestos, decididos y obedientes a su ley, que renuncian a sí mismos para tomar su cruz de cada día y seguirlo, que no se avergüenzan al contemplar a su Dios desnudo, martirizado, crucificado y muerto, coronado de espinas y pendiendo de una cruz, y lo reconocen resucitado, vivo, glorioso, presente, real y substancialmente en la Eucaristía, y lo adoran.

Son hombres y mujeres que renuncian al mundo rechazando el mal, las tentaciones y el pecado, compartiendo con Cristo el mismo martirio de amor, entregando la vida cada día, sin miedo y con valor, sirviendo a sus hermanos para servir a Dios, dando de comer al hambriento, dando de beber al sediento, vistiendo al desnudo, visitando a los enfermos, dando posada al peregrino, visitando a los presos, enterrando a los muertos, enseñando al que no sabe, dando consejo al que lo necesita, corrigiendo al que se equivoca, perdonando a los demás, consolando al triste, sufriendo con paciencia los defectos de los demás, rezando por los vivos y por los difuntos. 

Ten tú el valor de acompañar a tu Señor, de despojarte de todo, hasta de ti mismo, para dar la vida por Cristo.

No quieras conquistar al mundo para complacerte y ganar tu vida, porque la perderás. En cambio, vive entregando tu vida por Cristo, sirviendo a los demás, gastando tu vida en obras de misericordia y de caridad, comportándote de acuerdo a su doctrina, viviendo el carisma cristiano, y la vida eterna encontrarás. 

Siéntete orgulloso de dar la vida por Cristo y de ser llamado entre los suyos mártir de amor».