Mt 22, 34-40
Mt 22, 34-40
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EVANGELIO

Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo.

+ Del santo Evangelio según san Mateo: 22, 34-40  

En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.

Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, en todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas”. 

PREGONES (Reflexión del Santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40)

«El amor de Dios por los hombres está manifestado en la Cruz. El ejemplo del perfecto cumplimiento de los mandamientos de Dios nos lo da Jesús crucificado en esa Cruz, amando a Dios por sobre todas las cosas, en una perfecta obediencia a su Divina Voluntad, negándose a sí mismo para ofrecerse a Dios Padre en sacrificio, por amor a la humanidad, haciéndola parte de Él mismo, para por Él, con Él y en Él, llevarnos al Padre a compartir su gloria en la eternidad. Él ama a cada persona de manera individual, pero la relación con cada uno no es igual. Cada uno es un ser creado por Dios, irrepetible en el exterior -en lo físicamente visible-, y en el interior del alma -en lo invisible. Cada hijo de Dios ha sido creado a su imagen y semejanza, para amar y ser amado, y se le han dado a cada uno dones y carismas diferentes, para que corresponda a Dios según lo que para cada uno tiene planeado.

Tú estás llamado a alcanzar la santidad a través de una conversión individual, y de una entrega de vida manifestando tu amor a tu Creador, correspondiendo al amor de Cristo, permaneciendo unido a Él, amando lo que Él ama, llevando la misericordia al prójimo. Es así como se cumple el mandamiento más grande de la Ley de Dios, y el segundo mandamiento más grande de la Ley de Dios. Todos los demás mandamientos deben de estar orientados hacia estos dos. Cumplirlos sin amor, no es cumplirlos».